Así fue la juventud del cubano José Gómez, quien entre gimnasios y cuadriláteros hizo del boxeo un arte, gracias a su virtuosismo, cualidad que demostró en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, entre otras oportunidades.
Cuba tiene una amplia historia en materia de pugilismo y algunos de sus exponentes tuvieron una pegada fulminante, como Ángel Espinosa, Félix Savón, Teófilo Stevenson y el propio Gómez.
En palabras exclusivas para Prensa Latina, el exfajador recordó que ganó con un solo golpe una pelea entre adolescentes y los amigos le animaron a visitar el centro deportivo de su natal territorio.
A partir de ahí el ascenso fue meteórico: dominó los nacionales escolares y juveniles y su debut entre mayores se dio en torneo Playa Girón de 1977 en Santiago de Cuba, donde venció a todos sus rivales hasta llegar a la final de los 71 kilogramos, en la que cedió ante Emilio Correa, rey olímpico de Múnich 1972.
‘Esa pelea jamás se me olvidará. Correa era mi ídolo y yo estaba peleando contra él. Fue una gran experiencia. De ahí me llevaron a la preselección nacional en la que me recibió Sarbelio Fuentes, con quien logré mis principales triunfos’, acotó el titular de los Juegos Panamericanos de San Juan 1979.
A pesar de caer en su estreno internacional, en las Espartaquiadas de los Ejércitos Amigos de 1977 ante el ruso Leonid Shapornikov, ese año ganó el Centroamericano del deporte y el tope contra Estados Unidos.
La presentación contra el equipo norteamericano –afirmó- fue el despegue de una carrera corta pero exitosa, que la afición recuerda por la espectacular manera de finalizar sus pleitos antes del tiempo requerido.
‘La fuerza natural te ayuda, pero el entrenamiento e incluso la técnica son vitales para desarrollar la pegada. El trabajo con mis entrenadores también me aportó. Lo mío era acabar rápido el combate y lo conseguí unas cuantas veces’, apuntó Gómez.
Varios fueron sus triunfos alcanzados por la vía rápida, pero dos de ellos los recuerda particularmente, el conseguido contra el norteamericano Alex Ramos en un tope bilateral contra Estados Unidos y el logrado frente al surcoreano Mung Jan Bong en la olimpiada de Moscú en 1980. El ganador de los 75 kilos de la Copa del Mundo de Montreal 1981 rememoró que el duelo contra el estadounidense Ramos se escenificó en suelo norteño antes de la cita moscovita, en un escenario favorable al rival que lo tumbó en dos oportunidades, antes de que el cubano lo ‘enganchara con un palo’ que lo llevó a la lona.
‘La otra fue durante mi segunda salida en Moscú, a donde llegué con un bajo por ciento de preparación, pues había tenido un accidente automovilístico. El surcoreano me tumbó dos veces, pero, cuando me vino a rematar, se encontró con el palo de Gómez. Debieron sacarlo en camilla’, puntualizó.
Imborrables para el boxeador tunero son también los combates contra el finlandés Tamuz Usivirta en el final del Mundial de Belgrado 1978, y la que sostuvo frente al soviético Viktor Savchenko en la olimpiada de Moscú.
‘Esas me las llevo a la tumba como los triunfos más grandes de mi carrera. Con Usivirta eché varios pleitos pero ese fue memorable, nos dimos con todo, le pegué con la vida y el tipo no cayó, pero le gané. Y en Moscú Savchenko era un ídolo, pero golpee más duro y mejor para conquistar título’, acotó.
Así llegó la gloria y por su mente pasaron algunos: su inicio con el profesor Guerra en su pueblo natal; la pelea con Correa, su ídolo de la infancia, las horas de sacrificio en el gimnasio, el ring en el que tiró sus primeros golpes, pero sobre todo, aquel combate en la escuela que le animó a practicar boxeo.
mem/rws
