Entre los sitios que la Organización de Naciones Unidas, para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconoce con un caudal cultural indiscutible sobresale la Plaza de San Juan de Dios.
‘Es este uno de los mejores ambientes coloniales conservados en Cuba, y sin el cual no podríamos explicar el desarrollo de la Villa del Puerto del Príncipe’, declaró el destacado investigador Henry Mazorra.
En exclusiva con Prensa Latina, tras ser reconocido con el Premio Alarife que entrega la oficina del Historiador de la ciudad a quienes sobresalen en la conservación del Patrimonio, Mazorra reconoció a San Juan de Dios como uno de los sitios emblemáticos.
‘Resulta este un espacio erigido en el siglo XVII, y que definió el surgimiento del núcleo urbano con su convento-hospital que la orden de San Juan de Dios utilizó para fomentar la atención a desvalidos, y se convirtió en protagónico en la vida del barrio’, a decir del también profesor de la Universidad de Camagüey.
Vinculada su fundación a la Virgen de la Candelaria, ha sido desde 1514 la otrora Villa del Puerto del Príncipe una urbe con un potencial enorme para la explotación del turismo, y sus riquezas miran precisamente a proyectos como las Industrias Creativas, financiado por la Unión Europea.
‘Tenemos uno de los paisajes coloniales mejores conservados de Cuba, y la proliferación de proyectos de este tipo, impulsado por la Unesco muestra las potencialidades y condiciones de Camagüey, que cuenta con este tipo de plaza de inagotable riqueza histórica y arquitectónica’, sentenció el propio Mazorra.
Fundada por orden de Diego Velázquez, la urbe se conformó sobre una trama urbana irregular que aún le caracteriza, sustentada por sistema de plazas, con la iglesia como hito del barrio y feligresía; rodeada de edificios de una sola planta, típico de la geografía regional en una extensa sabana.
Con un entramado irrepetible entre las primeras villas fundadas por los españoles en el Caribe, Camagüey es además cuna de ilustres para la cultura cubana como el poeta nacional, Nicolás Guillén, la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, o Carlos J. Finlay, quien descubrió el agente transmisor de la fiebre amarilla.
mem/fam
