En una columna de opinión del diario local Página 12, el autor de El perpetuo exiliado (Premio de la Real Academia Española, 2018), toma una frase del propio Vargas Llosa, en la cual señala que ‘en la civilización del espectáculo el intelectual sólo interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón’.
‘En el espectáculo de la propaganda política, el marqués de Vargas Llosa se ha convertido en un bufón al servicio de los banqueros’, subraya Vallejo al señalar que no le sorprende que el peruano contribuya a la campaña electoral del banquero Lasso pues en 2012 fue el orador estrella de la Asamblea Anual de la Federación Latinoamericana de Bancos.
Igual que entonces, Vargas Llosa, en su papel de intelectual orgánico del capital financiero, ahora también despliega un mensaje autoritario, superficial y cliché, apunta en su columna el autor ecuatoriano.
‘¿Por qué Vargas Llosa habla, en términos autoritarios, sobre política ecuatoriana?’, se pregunta Vallejo y agrega:
Porque ha renegado de los planteamientos de sus primeras novelas (La ciudad y los perros o Conversación en La Catedral), en las que criticaba las estructuras de poder del capital, a los militares y a la prensa como guardianes de aquellas estructuras, y se ha convertido en predicador del neoliberalismo y en vocero del capital financiero.
Tras manifestar que el premio Nobel a Vargas Llosa le sirve para erigirse en autoridad y opinar sobre la política de un país sin conocer las vicisitudes de su historia, Vallejo afirma que él ‘se apropia de la palabra de los ecuatorianos y como el colonizador de antaño, nos dice por quién tenemos que votar para que nuestro país sea ejemplar’.
Vargas Llosa ejerce esa autoridad por sí y ante sí ya que le bastan las líneas básicas del discurso del poder ya sea para condenar al (periodista australiano) Julian Assange, denigrar al feminismo o elogiar a la banca, remarca.
El autor ecuatoriano enfatizó que en ‘boca de Vargas Llosa la palabra libertad asociada a un banquero es tan solo un lugar común que él manosea para regocijo del maridaje del poder político y el poder económico’.
Lo que Vargas Llosa expresa tras ese cliché es el anhelo de una burguesía rentista y especulativa que busca destruir el Estado y las políticas públicas en función de una mayor concentración de la riqueza, remarcó.
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