Pedazos de Moscú se derriten ante la mirada de sus 15 millones de habitantes. Edificios, estatuas, aceras, calles y parques drenan la nieve acumulada durante todo este tiempo.
Quien llegó a la ciudad por primera vez en el invierno, comienza a descubrir senderos, jardines y fuentes sepultados hasta ahora y reaparecidos con los deshielos.
Poco a poco la temperatura aumenta, el termómetro bordea el cero grado centígrado por más tiempo, algo que pareciera un milagro después de un escalofriante febrero, con récords para la temporada y nevadas calificadas de apocalípticas por los meteorólogos.
Esta no es de las temporadas más bellas del año, pero la alegría es evidente en los rostros y en los ánimos de la gente, pese a los llamados constantes de las autoridades al distanciamiento, al uso de mascarillas y guantes para evitar el contagio por la Covid-19.
Serdar, un colega turkmeno que ha vivido todavía su vida aquí, lo resume a su manera en esta misiva: ‘El frío está acabando y creo que podemos ya sacar la nariz afuera. ¿Qué haces este sábado?’.
Aquí la vida y las costumbres cambian con las estaciones del año. Cambia la manera de andar, de comer, de vestir, de pasear, de enamorar, porque el frío impone límites que solo se pueden romper en su ausencia.
Cada vez son más las caras en las calles y se escuchan más las risas de los niños correteando por las aceras y los parques. Donde hasta hace unos días se patinaba sobre hielo, cobra forma un campo de fútbol.
Están quienes desde ya planean los próximos fines de semana en sus dashas (casas de descanso en el campo) y los que son felices con la simple posibilidad de pasear, de estar más tiempo fuera de casa.
Sobre todo, luego de los últimos meses, cuando las bajas temperaturas y el coronavirus SARS CoV-2 se confabularon para hacerle menos llevadera las cosas a la gente.
Sin embargo, aunque va desapareciendo la nieve, el río Moscú todavía advierte, con sus toneladas de hielo navegando por su cauce, que aún no es hora de guardar los abrigos. Será tiempo de vestir ligero quizás abril, más seguro en el mes de mayo.
Marzo es la despedida del invierno, la meta a alcanzar, porque cerca está la colorida primavera, más tarde llegarán el verano y el otoño. Y para toda esa variedad de climas y contrastes, la capital de Rusia también comienza a cambiarse.
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