Desde su natal Pinar del Río, provincia del extremo occidental de Cuba, voló hasta la ciudad de La Chorrera —a unas decenas de kilómetros al oeste del Canal de Panamá— con el objetivo de salvar vidas, a riesgo de la suya, enfrentado a la contagiosa pandemia de Covid-19.
Diego encabeza un grupo de 23 galenos del contingente Henry Reeve, ‘su familia’, según llama al equipo que trabaja con los colegas panameños del hospital Nicolás Solano, quienes vieron en el refuerzo la esperanza de derrotar al virus tras casi un año de labor ininterrumpida y agotamiento.
‘Ya se ven los primeros resultados en la reducción de la mortalidad’, contó al revelar que la llegada del colectivo permitió al centro hospitalario organizar la atención permanente a las personas graves.
‘Los médicos no somos dioses, más bien nos toca cargar la cruz’, refutó con una metáfora bíblica a quienes esperan ‘milagros’, pues en la UCI se hace lo ‘humanamente posible’, y reiteró la frase a modo de axioma, a la vez que aconsejó la importancia de evitar la gravedad.
SATISFACCIÓN POR PROFESIONALES CUBANOS
Nos sentimos muy satisfechos cuando las autoridades del Ministerio de Salud decidieron la contratación de los doctores cubanos —intensivistas, internistas, cardiólogos, anestesiólogos y neumólogos—, expresó el doctor Cosme Trujillo, director del hospital San Miguel Arcángel, ubicado en el capitalino distrito de San Miguelito.
El funcionario confesó que previo al arribo de estos profesionales, rectores de instituciones públicas de sanidad, entre ellos él, solicitaron la presencia de personal calificado extranjero ante el cansancio de los trabajadores sanitarios locales y el déficit de especialistas.
‘Ellos vinieron a ayudarnos y a entender cómo manejamos, desde el punto de vista clínico, los casos aquí’, aseguró el epidemiólogo al referirse a la labor que realizan los 46 médicos de la mayor de las Antillas junto a sus colegas panameños.
La destreza de estos colaboradores es indudable, opinó el directivo con 44 años de experiencia en el sector, quien consideró que esa pericia mejorará la atención a los enfermos de Covid-19.
EL AGRADECIMIENTO DE JOAQUÍN
Joaquín es uno de los tantos panameños que agradecen las atenciones y el humanismo de los cooperantes de la Henry Reeve. En muchos casos es a quienes prefieren, comentó el doctor Raymundo Bravo, intensivista del hospital Arnaldo Milián Castro, de la central ciudad cubana de Santa Clara, provincia de Villa Clara.
El paciente ingresó en el San Miguel Arcángel con sospecha de contagio por SARS-CoV-2; después resultó positivo y se agravó a causa de las comorbilidades (diabético, obeso e hipertenso), por lo cual pensamos que la evolución no sería favorable, explicó.
‘Logramos recuperar a Joaquín, evitar intubarlo y pasarlo a una sala transitoria previa a su alta médica; pero antes nos confesó que siempre esperaba la llegada de nosotros para recibir la atención médica’, preferencia también de otros enfermos atendidos por una colaboración similar en México el pasado año, aseveró Bravo.
A juicio de este intensivista de 17 años de experiencia y una misión internacionalista en Venezuela, la medicina en Cuba se caracteriza por la interacción que establece el galeno con sus pacientes, ‘máxima que aplicamos aquí porque no los vemos como un cliente, sino como un ser humano que necesita nuestra ayuda’.
El arribo de los integrantes del Contingente sorprendió a los panameños cuando al amanecer del 24 de diciembre de 2020 desembarcó el ‘ejército’ de batas blancas blanco, quienes dejaron atrás a sus familias para asistir a personas hasta ese momento desconocidas. Tal vez por ello, y en reciprocidad al gesto, alguien les gritó desde un auto en marcha durante el paso de la caravana: ‘Gracias, Cuba’.
(Tomado de Avances Médicos de Cuba)