Este año la celebración se distingue por el homenaje a los soldados fallecidos el verano pasado en enfrentamientos fronterizos con India.
Durante el festival de Qingming tradicionalmente las familias chinas se reúnen y acuden a los cementerios a limpiar las tumbas de sus difuntos, ofrendarles grandes banquetes, flores e inciensos, que es la esencia de esta costumbre.
También es común incinerar papel moneda, fotografías de coches de lujo, casas en miniaturas y hasta maquetas de teléfonos móviles con el advenimiento de las nuevas tecnologías, para que los antepasados no carezcan de nada de su gusto en el más allá.
El Qingming se traduce literalmente como ‘la claridad pura’, cae en el décimo quinto día tras el equinoccio de primavera y marca el cambio del clima, pues el viento del sur dispersa las bajas temperaturas dando paso al renacer de la vida en la tierra, las lluvias y la época de siembra.
La fecha es también momento de rendir tributo al legendario Emperador Amarillo, reconocido como el ancestro de la mayoritaria etnia han, con ceremonias concentradas en la milenaria ciudad de Xi´an, donde reposan sus restos.
Como todas las tradiciones, ésta también sufrió cambios con los años y se ha simplificado a tal punto de que algunos realizan ‘la limpieza de tumbas por internet’.
La costumbre china sostiene que los muertos deben enterrarse, pero también ha puesto a prueba los recursos de la tierra de este populoso país y provocó un alza del precio de los lotes en los camposantos.
A ello se suma, los costos de los funerales que en promedio rozan los 80 mil yuanes (mil 273 dólares) en zonas urbanas.
Por tal razón, cada vez cobran más fuerza aquí los llamados ‘entierros verdes’ en urnas biodegradables, sin lápidas y con árboles sembrados encima, o el depósito de las cenizas en el mar.
Esta última opción gana popularidad porque además evita los largos atascos en las carreteras producidos en este día, cuando la gente va masivamente a los cementerios.
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