La canciller panameña, Erika Mouynes, fue ayer hasta la zona fronteriza para escuchar testimonios de los recién llegados y sus expectativas, además de apreciar personalmente las condiciones de atención en uno de los improvisados campamentos a orillas de la selva de Darién.
‘Esta situación requiere una solución integral y actuaciones internacionales, y para ofrecer alternativas justas he querido escuchar a los protagonistas, tanto a los que llegan a Panamá arriesgando la vida, como a quienes los reciben e identifican sus carencias y necesidades’, dijo según nota oficial de prensa.
‘Si bien no tienen la intención de quedarse en nuestro país, nuestro compromiso es atenderlos de manera segura en la medida de nuestra capacidad y que puedan seguir su camino, para lo que necesitamos la colaboración de todas las partes implicadas’, afirmó.
Mouynes insistió en su intención de conseguir un flujo controlado de emigrantes irregulares a través de esta difícil frontera para asegurar que reciban un trato digno y pueden continuar su viaje sin contratiempos.
La asistencia que les brindan las autoridades panameñas es vital, ya que después de su difícil trayecto de casi cinco días por las trochas transfronterizas, llegan en su mayoría con signos de deshidratación y en algunos casos con necesidades médicas graves, asevera la nota de prensa.
El centro de retención ubicado en San Vicente es uno de los dos que recepciona y chequea a los irregulares, donde se les proporciona alojamiento, alimento y atención médica.
La visita de la ministra constituye la antesala de una próxima reunión binacional con el gobierno de Colombia para continuar la búsqueda de soluciones de ordenamiento.
Es muy difícil dar seguimiento a expedientes delictivos entre estos viajeros, porque generalmente no portan salvoconductos ni sellos migratorios que registren su largo recorrido, en ocasiones de hasta seis meses, señala el texto.
La información de que más de 10 mil personas esperan para hacer la travesía la confirmó ayer el Consejo Noruego para Refugiados (NRC), con presencia en ambas naciones.
El personal de NRC tiene evidencias del número creciente de migrantes que intentan cruzar la frontera por el Darién, muchos de los cuales, aseguraron, fallecen en la ruta.
‘De Necoclí (Chocó, Colombia) pasamos en lancha a Capurganá donde nos esperaban los coyotes (traficantes de personas), desde ahí iniciamos una travesía de cinco días por la selva, donde nos asaltaron’, confesó a NRC un hombre de 32 años.
‘Hubo un momento, en que mi esposa me dijo que no podía más, que la dejara, pero al final sacó fuerzas de donde pudo y logramos continuar’, relató
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