De la Torriente Brau murió el 19 de diciembre de 1936 durante la Guerra Civil (1936-1939) española, luchando en el frente republicano en Majadahonda (Madrid).
Enterrado inicialmente en el cementerio madrileño de Chamartín, en junio de 1937 fue trasladado a un nicho del camposanto de Montjuic, en Barcelona, desde donde se pretendía embarcarlo rumbo a Cuba.
Sin embargo, el desenlace de la Guerra Civil lo impidió y, en 1939, los restos del revolucionario y periodista fueron arrojados a una fosa común junto a otras 11 personas sin identificar.
De ser ciertos los testimonios orales, entre estos el de un enterrador, que sitúan al también poeta en esa fosa, sus restos mortales podrían ser recuperados y, una vez cotejados con el ADN de sus familiares facilitado por Cuba, ser trasladados a su país para recibir sepultura.
Un convenio firmado en 2018 entre el Gobierno catalán, el Ayuntamiento de Barcelona y el Consulado General de Cuba en esa región del noreste de España permitió reactivar el proceso para llevar los restos del destacado intelectual a su país, como era su deseo y el de su familia.
La Consejería (ministerio regional) de Justicia de Cataluña, como administración competente, se encargará de la excavación de la fosa y los trabajos de identificación genética, con apoyo logístico del consistorio de la llamada ciudad condal.
El cónsul general cubano en Barcelona, Alain González, asistió a la apertura de la fosa común junto a la consejera catalana de Justicia, Ester Capella; y el concejal del Ayuntamiento de Barcelona Marc Serra.
En su intervención, González enalteció la trayectoria revolucionaria de De la Torriente Brau, su lucha antifascista, su internacionalismo y el papel en Cuba contra la dictadura de Gerardo Machado, lo cual -subrayó el diplomático- forma parte de los pilares de nuestra nación.
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