El estratega lusitano exhibe un curriculum que lo sitúa entre los mejores del presente siglo, pero desde hace algunos años sus resultados van en descenso, lo que lleva a cuestionarse si el club romano hizo bien en contratar sus servicios.
La ‘Loba’ es una de los equipos emblemáticos de Italia y atesora una de las aficiones más fieles de todo el planeta, que delira por ella pese a las poquísimas alegrías que le ha regalado en los últimos años.
Desde que lograran el Scudetto en la temporada 2000-2001, los ‘Giallorossi’ apenas saborearon las mieles de dos Copas Italia y una Supercopa, con el gustillo agridulce de interminables años a la sombra de la Juventus, el Inter o el Milán.
Por si fuera poco, el desempeño de la Roma disminuyó esta campaña en la Serie A y el final del calendario le depara una lucha a codo partido por el último asiento a la Liga Europa del año próximo.
En este torneo descansaban sus principales esperanzas para no dar por perdida la actual temporada, pero la humillante goleada 6-2 que le propinó el Manchester United el pasado jueves en la ida de semifinales, enterró toda aspiración.
Fue tras esa debacle que los dueños del club decidieron dar un golpe sobre la mesa y despedir al técnico Paulo Fonseca al término del curso para darle las riendas a Mourinho, en una especie de jugada desesperada para salvar su propio pellejo.
Lo arriesgado de la apuesta está en que realmente se desconoce si ‘The Special One’ posee aún la capacidad de cubrir las necesidades reales del proyecto romano, más allá de su cuestionado carisma.
No es poco común en el deporte que un entrenador que una vez fue exitoso se aferre a su pasado en la recta final de su carrera y, si bien Mourinho aún no tiene 60 años, su orgullo y obstinación juegan como un arma de doble filo contra él.
En definitiva, el fútbol ha cambiado y los estilos de toque del balón ensalzados por Guardiola o por el alemán Jurgen Klopp están de moda hoy, algo que al lusitano nunca practicó.
El nombre de Mourinho saltó a la fama en el 2004 cuando condujo el Porto a coronarse en una inédita final de Champions frente al Mónaco, la única de los últimos 20 años protagonizada exclusivamente por equipos de segunda línea europea.
Inmediatamente, el magnate ruso Román Abramovich lo fichó para comandar su millonaria inversión en el Chelsea y tras llevar al plantel londinense a planos estelares, se fue a engrosar su fama y palmarés en Inter de Milán, Real Madrid y Manchester United.
Sin embargo, desde la etapa en el poderoso conjunto del norte británico, sus resultados comenzaron a mermar, hasta que el Tottenham, a donde llegó 2019, lo despidió el pasado 19 de abril, luego de casi dos años sin título alguno, como nunca antes le había sucedido.
Pero eso sí, su fichaje por la Roma garantiza al menos una buena dosis de espectáculo al fútbol italiano, dispuesto romper la monotonía en que estuvo sumido durante la última década con el dominio absoluto de la Juventus.
El renacimiento de la Serie A parece ser un hecho y así lo deja ver el título que ganó el Inter de Milán este fin de semana, más de 10 años después de la última vez.
En aquella celebración, el banquillo lombardo tenía como protagonista precisamente a Mourinho, el mismo que ahora regresa, desde otra trinchera, para intentar reinventarse en el lugar donde su fútbol fue más feliz.
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