La Confederación General de Trabajadores Libaneses convocó a ese paro para también exigir la urgente instalación de un gobierno, del cual carece el país desde el 10 de agosto de 2020.
En la percepción popular hay esperanzas de que un gabinete efectivo evada un anunciado colapso, parte del cual se manifiesta en que más de la mitad de los libaneses vive bajo el umbral de la pobreza, situado por el Banco Mundial en 3,64 dólares diarios.
A diferencia de las protestas que comenzaron el octubre de 2019, la mayoría de los partidos formaron filas junto a los ciudadanos para expresar su rechazo a la elite gobernante.
El sector bancario también se unió a la medida de presión pese a que, junto a la clase dominante, los libaneses le achacan la debacle actual.
Calles, avenidas y carreteras permanecían cerradas por el bloqueo de manifestantes, aunque hasta ahora ningún reporte da cuenta de enfrentamientos.
La crisis económica libanesa que el Banco Mundial calificó de las peores del mundo desde la década de 1850, causó una depreciación de 90 por ciento de la moneda nacional respecto al dólar estadounidense.
De esa manera, son nada los salarios de 90 de cada 100 libaneses, a causa de que los minoristas transfirieron a sus clientes posibles pérdidas.
El racionamiento de energía aumentó y hay áreas en que solo disfrutan de dos horas de servicio eléctrico, las filas son frecuentes y largas para adquirir gasolina, al tiempo que en farmacias y supermercados comenzaron a escasear los productos.
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