El Ministerio de Empresas, de propiedad estatal, propuso recientemente cuatro opciones: las tres primeras mantienen en vuelo a la aerolínea de 72 años, y la cuarta propone el cese de sus operaciones.
Las ganancias de Garuda se habían visto golpeadas incluso antes de la pandemia de la Covid-19, pero la drástica reducción de viajes globales agravó su situación.
Según especialistas, para mantener la compañía a pesar de la caída de los ingresos y las enormes deudas, el Gobierno debe inyectar efectivo y anunciar una suspensión de la deuda, seguida de una reestructuración.
Otra variante es una renovación de la deuda, algo que ya se hizo en 2006, mientras crea una aerolínea que se haga cargo de sus rutas, para evitar el cierre de la empresa.
Recientemente el director ejecutivo de Garuda, Irfan Setiaputra, reveló que planeaba reducir su flota en un 50 por ciento su flota de 142 aviones, reducir el personal y vender activos. En el Parlamento varios legisladores sostienen que la aerolínea no solo proporcionó puestos de trabajo, sino que también generó empleo en sectores relacionados, como la asistencia en tierra en los aeropuertos y la mensajería, por lo que debe salvarse.
Herman Khaeron, miembro de un comité parlamentario que supervisa las empresas e inversiones estatales, dijo al medio digital The Straits Times que la mayoría en el comité está a favor de que Garuda siga volando, ya que es un activo del que la nación se enorgullece.
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