Se trata de una cifra que no se alcanzaba desde octubre del 2008, cuando en plena crisis financiera la inflación del llamado club de los ricos se situó en un 3,6 por ciento.
Según los bancos centrales, lo deseable es que ese indicador, que mide la evolución de los precios de todos los bienes y servicios de un país, se sitúe en torno a la mitad, cerca del dos por ciento.
La inflación comenzó al alza en marzo, si se analizan los datos publicados por la OCDE que recopila las estadísticas de cada nación, la tasa alcanzó 2,41 por ciento ese mes y aumentó de forma paulatina hasta alcanzar en junio un 4,1.
De acuerdo con los expertos, una inflación demasiado elevada frenaría el consumo en un momento clave para la recuperación de la crisis de la pandemia por la Covid-19, una respuesta que dan los bancos centrales y parte de los analistas del mercado, aunque la consideran una situación transitoria.
El incremento inflacionario de los últimos meses se explica por la evolución de los precios del petróleo y la energía, que en junio crecieron una media del 17,4 por ciento frente al mismo mes del año pasado, alza que fue aún superior en mayo con un 19,4, según datos de la OCDE.
Dicho organismo plantea que una de las razones para confiar en que la tasa vuelva a registrar niveles normalizados es la probable reducción de la cotización del crudo, tras el último anuncio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados de aumentar la producción hasta llegar a dos millones de barriles diarios en diciembre.
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