Basados en la teoría presentada hace cuatro décadas por el profesor emérito de bioquímica en la universidad de Texas A&M, Joseph Nagyvary, los expertos constataron que, además de la fina artesanía de los instrumentos, su madera fue tratada con productos químicos.
Producidos dos siglos atrás por el italiano Antonio Stradivari, los violines pasaron por varios productos: bórax, zinc, cobre, alumbre y agua de cal, antes de su concepción, con el propósito de lograr un sonido singular y protegerlos de insectos.
Liderados por Hwan-Ching Tai, profesor de química en la universidad Nacional de Taiwán, los estudiosos determinaron la existencia de metodología diferente en cada fabricante, lo cual les otorgaba una ventaja competitiva.
Los hallazgos, publicados en la revista científica Angewandte Chemie International Edition, señalan la posibilidad de que tanto Stradivari como Guarneri del Gesu, descubrieran las ventajas de las sales especiales utilizadas, para otorgar una resistencia y ventajas acústicas a los objetos.
‘El proceso de cómo se trataron y procesaron las tablas de abeto fresco con una variedad de tratamientos químicos a base de agua es fundamental para el sonido del violín terminado’, apuntaron los especialistas.
Luego de 200 años de su entrada en la industria musical y cuatro décadas después de las primeras investigaciones que apuntaban a un componente químico, los expertos creen que se abrió una puerta para la manufactura de violines, capaces de igualar el icónico Stradivarius.
Stradivari fabricó alrededor de mil 200 instrumentos, de los cuales solo existen 600, mientras Guarneri, quien en su época no gozó de la misma aceptación, legó violines valorados en los mismos precios y calificación de calidad, aunque tampoco quedan muchos.
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