El también portavoz de los fundamentalistas radicales islámicos dijo en un comunicado que los esfuerzos por el establecimiento de la seguridad en todo el país dieron sus frutos y el valle de Panjshir fue tomado con ayuda de Alá (Dios) y el apoyo del pueblo, reflejó la agencia de noticias The Khaama Press.
En las redes sociales se mostraron imágenes de miembros del grupo armado radical frente a la puerta del recinto del gobernador provincial de Panjshir, apuntó la cadena Al Jazeera.
La desafiante zona entre las montañas fue testigo de fuertes combates entre combatientes talibanes y fuerzas de la resistencia durante los últimos siete días, en los que ambos bandos sufrieron bajas.
En los enfrentamientos de anoche en Panjshir murieron un comandante clave de las fuerzas de resistencia, el general Abdul Wodod, y el portavoz de los antitalibanes, Fahim Dashti.
A primera hora del lunes, el Frente Nacional de Resistencia reconoció que sufrió considerables pérdidas en el campo de batalla y pidió un alto el fuego, que fue rechazado.
Los muyahidines afirmaron que se celebraron conversaciones entre ambas partes el sábado, pero sin lograr ningún resultado, indicó el canal de noticias TOLO news.
El valle de Panjshir, atravesado por un río del mismo nombre, muy cerca de la cordillera del Hindú Kush, un macizo montañoso entre Afganistán y el noroeste de Pakistán, albergó el último reducto de la resistencia contra el dominio talibán, a 150 kilómetros del noreste de Kabul.
Luego de la toma de la capital afgana por el grupo armado fundamentalista surgieron destellos de resistencia en el valle, donde el líder antitalibán Ahmad Massoud reunió restos de unidades del ejército regular, fuerzas especiales y las milicias locales.
Massoud pidió un gobierno inclusivo y de base amplia en Afganistán, que represente a todos los grupos étnicos. La lucha se intensificó tras la salida de Afganistán de las últimas tropas estadounidenses, que ocuparon por 20 años el país bajo el paraguas de luchar contra el terrorismo.
Luego de dos decenios, los talibanes retomaron el control de la nación centroasiática, que quedó más empobrecida tras la invasión de Estados Unidos, con saldo de 11 millones de refugiados, cinco millones de desplazados internos y 250 mil civiles muertos.
Muchos afganos temen el regreso del estricto régimen talibán, cuyo primer gobierno de 1996 a 2001 cometió muchos abusos, sobre todo contra mujeres, niñas y minorías étnicas.
Los talibanes aún no concluyeron de establecer su nuevo gobierno después de entrar en Kabul hace tres semanas, aunque prometieron ser más ‘inclusivos’ que durante su primera etapa en el poder.
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