Después de 32 horas en vilo, los parámetros de monitoreo sísmico, acústico y de observación de campo indicaron que la actividad disminuyó drásticamente en las últimas horas, lo cual se traduce en una expulsión baja del material magmático, precisó Emilio Barillas, vocero del ente científico.
Los flujos de lava a las barrancas Ceniza y Seca ya no están activos; sin embargo, aún hay remanentes de los mismos que irán desapareciendo en las próximas horas, explicó.
De acuerdo con el experto, el material generado por la reciente erupción está depositado principalmente en las barrancas Seca y Trinidad y, al mezclarse con la lluvia en la parte alta del edificio volcánico, generará lahares de características moderadas a fuertes con altas temperaturas.
El número de explosiones se mantiene en un rango de siete a 13 por horas y las columnas de ceniza hasta los cuatro mil 800 metros sobre el nivel del mar, de ahí que debido a la dirección actual del viento es probable la caída de residuo fino en comunidades cercanas.
Barillas adelantó que en los próximos días el volcán seguirá registrando explosiones de moderadas a fuertes, acompañadas de retumbos, ondas de choque, sonidos de gasificación y avalanchas en las diferentes barrancas.
El portavoz del Insivumeh mantuvo las recomendaciones a la Dirección de Aeronáutica Civil por la presencia de ceniza en la zona, a la Dirección de Caminos ante eventuales lahares y al Instituto Guatemalteco de Turismo para evitar el ascenso al coloso.
El volcán de Fuego está situado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, al centro-sur de Guatemala.
Tras el despertar del cono, la víspera, los guatemaltecos permanecieron en alerta, al recordar las escenas de terror y luto que dejó la erupción del 3 de junio de 2018, cuando la lava arrasó con aldeas enteras y convirtió un domingo de tradicional descanso en una gran pesadilla.
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