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Médicos cubanos en Sudáfrica, regreso a las raíces (+ Fotos y video)

Pretoria (Prensa Latina) Aunque los médicos cubanos que brindan sus servicios en Sudáfrica comparten cualidades como excelencia profesional y entrega, cada uno llegó a este punto meridional de la geografía africana luego de disímiles experiencias en otras latitudes.

Sin embargo, hay rasgos comunes: muchos tuvieron que traspasar las fronteras de sus especialidades primarias para adentrarse en otras según las circunstancias lo demandaran.

Crecerse como profesionales y seres humanos, se dice.

Otro aspecto que comparten estos galenos en Sudáfrica, y muchos de los profesionales de la Salud cubanos que brindan sus servicios en numerosos países, es que todos continúan recibiendo sus salarios íntegros en Cuba.

Además de lo cual perciben en los países donde se encuentran un estipendio, parte del pago por su trabajo, y que es más que suficiente para satisfacer sus necesidades y ayudar económicamente a sus familias en Cuba.

Conscientes son, asimismo, que el porciento que se remesa a Cuba, acorde a un contrato voluntario previo, contribuye a que el sistema nacional de Salud cubano pueda ser gratuito y universal.

Dicho esto, en cada lugar donde hay un médico cubano, las historias de vida pueden ser enriquecedoramente disímiles.

Mientras unos pueden comunicarse en inglés con sus pacientes, otros deben, dado el nivel educacional de la población que atienden, aprender los idiomas locales, y en Sudáfrica son muchos, unos 17, 11 de ellos oficiales.

Al conversar con sus colegas y pacientes, los calificativos son comunes a todos: una reiteración inacabable de elogios tanto por el desempeño profesional como, sobre todo, por la calidez humana en el trato, en la convivencia durante el día a día en sus hospitales o clínicas.

TAUNG, EN EL CORAZÓN DE SUDÁFRICA

Al mencionar a la localidad de Taung, en el suroeste de la provincia sudafricana de North West, inicialmente puede venir a la mente el famoso ‘Niño de Taung’, un cráneo infantil de Australopithecus africanus de 2,5 millones de años de antigüedad encontrado allí en 1924. Su estudio se considera el primero de la paleontología humana moderna.

Sin ignorar ese fragmento de la historia, para el doctor José Antonio Albert, ese lugar significa miles de personas necesitadas de atención médica, a las cuales le dedica desde 2016 las 24 horas del día en el Taung District Hospital.

De Pinar del Río, graduado en 1987, especialista en Medicina General Integral (MGI), con posterior segunda especialidad en Otorrinolaringología, Albert alterna sus labores asistenciales con las administrativas como jefe de la Brigada Médica Cubana en la zona, integrada por unos 10 galenos.

Tratar de sentarse con él en el hospital para entrevistarlo es poco menos que imposible, pues todo el día recorre constantemente las salas de hospitalizados (llevando bajo el brazo una caja con los instrumentos propios de la especialidad para examinar a sus pacientes).

Eso, cuando no debe entrar al salón de operaciones a realizar una cirugía que, de no complicarse, le permite regresar al final de la jornada a descansar a su casa (distante unos 20 kilómetros del hospital). De surgir un imprevisto, las horas ya no cuentan.

Ello coincide con la visión que de él tiene el doctor Batr, parco en palabras, quien fuera subdirector de asistencia médica del Taung District Hospital por más de 20 años, para quien Albert es un trabajador muy entregado a su profesión, afectuoso con todos los pacientes y el resto de los trabajadores, y, por encima de todo ello, muy capacitado.

Ojalá lo tuviéramos aquí por muchos años más, expresa como deseo profesional.

Para ganarse esa opinión, el doctor Albert debió recorrer un camino que, en cuanto a experiencias internacionales, comenzó en el 2000 en la propia Sudáfrica, donde ejerció como Médico General Integral hasta el 2004, aunque en otra región.

Luego, ya graduado como Otorrino, prestó sus servicios en Guinea Ecuatorial entre 2010 y 2012.

EL RELEVO LISTO

También en el Taung District Hospital trabaja actualmente el doctor Yordan Armando Matías Rodríguez, MGI, de 30 años, oriundo de Manzanillo, en el oriente de Cuba.

En Sudáfrica enfrentó el reto profesional de su vida.

De inicio comenzó prestando servicios en el hospital St Barnabas, del Distrito Oliver Tambo, en la suroriental provincia de Eastern Cape, donde él solo atendía más de 30 camas de hospitalizados, más 12 en Unidades de Cuidados Intensivos, dando atención principalmente a enfermos de Covid-19.

Empero, por demandas asistenciales debió entrenarse de forma emergente en la especialidad de Anestesia.

Los inicios, rememora, no fueron sencillos, pues incluso sus condiciones de vida no eran ‘idóneas’, sin embargo, en esa zona rural, relativamente aislada, asegura, nunca antes había sentido que -familia aparte- lo hubieran querido tanto como allí.

Atendía campesinos con escaso o nulo conocimiento del inglés, por lo que rápidamente aprendió varias expresiones en isiXhosa (idioma local) para poder entenderlos. Y lo logró.

En ello, reconoce agradecido, recibió mucho apoyo y calor humano de su jefe inmediato, graduado años antes como médico en Cuba. De la entrega las 24 horas diarias habla que, como consecuencia de su trabajo, el hospital llegó a ser el mejor del Distrito en cuanto a indicadores de supervivencia de la Covid-19.

Asimismo, al terminar la estancia en ese hospital, colegas y pacientes le dieron una despedida sorpresa tratándolo -vestimenta incluida- como un Rey Xhosa, paseándolo por el pueblo antes de, en una carpa levantada exclusivamente en su honor, las muestras de agradecimiento le sacaran las lágrimas.

Ya en Taung prosiguió la aplicación de los conocimientos adquiridos de Anestesia, aunque la mayor parte del tiempo se juega la vida en la zona roja del hospital, dedicada al tratamiento de enfermos de Covid-19 allí ingresados.

Sobre él, su veterano colega Albert, y demás médicos cubanos que se han desempeñado en el Taung Dsitrict Hospital, el doctor Batr solo tiene palabras de elogio: en general, dice, todos los galenos de Cuba que he conocido aquí, con los cuales he trabajado, son muy capaces, muy calificados. Conocen su labor muy bien.

ALGO MÁS AL SUR

A unos 20 kilómetros al sur, ya en la provincia de Northern Cape, trabaja el doctor Lorenzo López Rodríguez, originario de Sancti Spíritus, a unos 400 kilómetros al este de La Habana.

Profesionalmente, puede calificarse de un Médico General Integral ‘reforzado’, pues antes de venir a Sudáfrica, y conociendo por colegas cómo eran los requerimientos de la Medicina en el país, pasó por iniciativa propia cursos de cirugía y obstetricia general.

Se adiestró, además, en el manejo de la tuberculosis resistente a multidrogas.

No obstante, ya antes de venir a Sudáfrica, a donde arribó en 2017, había cumplido misiones internacionalistas en Venezuela y Guyana, experiencias muy diferentes a las experimentadas hasta ese momento en Cuba, y que en parte lo prepararon para el escenario africano.

Ahora, en Hartswater, un pueblo agrícola, con una calle ancha flanqueada por comercios, que recuerda a las de algunas películas del Oeste, se desempeña en el Connie Vorster Memorial Hospital, nosocomio de atención nivel 1, con un total de 46 camas, donde asume las áreas de maternidad y ginecología.

Allí arriban pacientes de unas 15 clínicas comunitarias tanto de la propia provincia de Northern Cape, como de la vecina North West.

Adicionalmente una vez a la semana se desplaza hacia un área más rural, si cabe, para atender en una clínica local a los pacientes de esa zona.

De él, el doctor Ben Tshitenge, subdirector Clínico y director en funciones del hospital, solo tiene elogios. El doctor Lorenzo, dice, es uno de los médicos más experimentados que tenemos. Cuando yo no estoy disponible él asume todas las funciones de dirección del hospital, manteniendo al mismo tiempo sus labores asistenciales.

Yo confío totalmente en su entrega, su profesionalidad, su calidad humana, enfatiza.

Siempre está disponible, a toda hora, con muy buena voluntad para acometer cualquier trabajo que se presente, agrega.

En general, apunta Tshitenge, los médicos cubanos hacen que el trabajo con ellos sea muy fácil de realizar. Nos ayudan mucho aquí en Sudáfrica. Su colaboración es muy valiosa para nosotros, tanto en hospitales, clínicas, como en trabajos de campo.

De su lado, Tansane Mmusi, jefa de enfermeras del hospital, insiste en que el doctor Lorenzo es un médico del tipo que nadie puede darse el lujo de perder.

Aquí en Hartswater, dice, es querido por toda la comunidad, para quienes es una figura paternal. Es, de hecho, uno de los nuestros (sudafricanos).

De similar manera se manifiesta la enfermera Dijong, quien trabaja codo con codo con Lorenzo: Todos en el hospital Connie Vorster queremos que se quede aquí para siempre.

‘Él es al mismo tiempo, las 24 horas de cada día, un médico, un enfermero, un ‘todo’. También una persona muy asequible, humana, muy respetuosa de todos los trabajadores’.

Disfrutamos trabajar junto a él, más que un doctor, es nuestro amigo, enfatiza.

PARTE DE ALGO MUCHO MÁS GRANDE

Aunque la colaboración médica de Cuba con Sudáfrica puede calificarse, al menos desde el punto de vista humano, como la más importante, las relaciones entre ambas naciones no se limitan a ella. Ya el 11 de mayo de 1994, los presidentes Nelson Mandela y Fidel Castro formalizaron las relaciones diplomáticas bilaterales. Esa fue una de las primeras acciones de política exterior del nuevo gobierno en una Sudáfrica libre del régimen de segregación racial.

Sin embargo, antes de esa fecha ya existía una larga historia común. Desde el triunfo de la Revolución en 1959, Cuba se convirtió en un partidario activo de la lucha contra el apartheid.

Desde 1961, incluso antes del Juicio de Rivonia, a partir del cual fue encarcelado Mandela, jóvenes sudafricanos miembros de las fuerzas de lucha contra el apartheid comenzaron a viajar a Cuba para recibir capacitación profesional en medicina y ciencias.

Posteriormente, la relación entre Cuba y Sudáfrica se consolidó en los campos de batalla en Angola, donde casi medio millón de combatientes cubanos unieron su destino al de los guerreros africanos para rechazar el apartheid.

Las relaciones entre Sudáfrica y Cuba, ejemplo de la cooperación Sur-Sur, se concretan actualmente en los campos, además del de la Salud, de la educación, ciencia y tecnología, agricultura, desarrollo de infraestructura, vivienda, agua y saneamiento, defensa, asentamientos humanos, obras públicas, deportes, tecnologías de la información y las comunicaciones, entre muchos otros.

arb/mv

(*) Corresponsal de Prensa Latina en Sudáfrica

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