Esta etnia quiere visibilizar su realidad social, política, económica, cultural y tradicional, no consideradas hasta el momento, opinó el Rey Bulú del pueblo Bribrí, Joaquín González, en un reciente encuentro, en el cual reiteró la lucha por preservar el territorio de su tribu para las próximas generaciones.
El líder indígena aseguró que insisten ante las instancias del Gobierno Nacional para que les otorguen el título de Propiedad Colectiva del Territorio, conforme a la ley 72 de 2008, porque actualmente no tienen seguridad y protección de las que consideran sus tierras, invadidas por colonos y otras etnias indígenas, denunció.
‘Exigimos la seguridad de nuestro territorio porque somos los verdaderos conservadores y protectores de nuestra madre tierra, prueba de ello es que la tierra Bribrí se mantiene como un importante pulmón de nuestro bosque en la región’, enfatizó el líder indígena Ilka Ábrego.
El antropólogo Kevin Sánchez, presentó en el encuentro la investigación ‘El Pueblo Bribrí de Panamá, Territorio Ancestral y Sitios Sagrados’, realizada por varios expertos, la cual refuerza la presencia de ese grupo en Panamá, con una identidad propia.
Mantienen un legado ancestral inconfundible, con la conservación de sus sitios sagrados, montañas, quebradas, ríos, aguas termales y lugares de sus antepasados, afirmó y añadió que preservan su población la cual en el censo del año 2000 era de dos mil 521 habitantes y se redujo a mil 68 en el último estudio demográfico de 2010.
Es la población menos numerosa de las ocho etnias indígenas panameñas identificadas en los censos que incluyen, además, los Kuna, Ngäbe, Buglé, Teribe/Naso, Bokota, Emberá y Wounaan, cinco de ellas con comarcas bajo administración propia.
Desde hace décadas especialistas debaten si este pueblo originario pertenece solo a Costa Rica, porque allí se concentra la mayor parte de ellos, pero quienes defienden el criterio contrario aseguran que, a la llegada de los colonizadores españoles, una parte de la etnia habitaba en la actual provincia Bocas del Toro.
La cordillera de Talamanca se extiende a los dos países, al igual que el río Sixaola y su afluente, el Yorkín, en cuyas montañas y riberas se asentó ese pueblo desde tiempos precolombinos, donde conservaron su lengua y religión hasta nuestros tiempos, como parte de la cultura, aseguraron estudiosos.
Leyendas ancestrales trasmitidas oralmente del lado costarricense, refieren del Ú-suré (casa cósmica) y Suláyöm (cordillera de Talamanca) como referentes simbólicos y físicos que se entremezclan entre lo ancestral y cristiano, porque el primero es un templo cónico que representa al Universo y un lugar de reflexión, paz y seguridad.
Mientras Suláyöm es el centro de la tierra y el cielo, un sitio sagrado por excelencia, donde Sibö̀ (Dios creador de la tierra y el hombre) trajo las semillas de maíz, las plantó en pares y de ahí nacieron los Bribrí.
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