Los observadores refieren que al trepar el precio del combustible y a la vez caer casi 80 por ciento de la población debajo del umbral de la pobreza, la tendencia a una transportación más sana y barata comienza a emerger.
En ausencia de un sistema público, la cultura del automóvil prosperó con anterioridad y en muchos hogares, incluso los más modestos, el proyecto consistía en disponer de varios vehículos.
Desde 2019, la peor crisis económica y financiera en décadas puso en un rasero inasequible la compra de carros para la inmensa mayoría de los libaneses.
El uso de los llamados tuk-tuks (triciclos motorizados de tres ruedas), las bicicletas, compartir el automóvil y los autobuses colectivos, son ahora más frecuentes en el tráfico infernal de las ciudades libanesas.
Alguna vez estuvieron fuera de cualquier consideración para muchos, en razón de la naturaleza vanidosa de gran parte de los ciudadanos, pero hoy una revisión del bolsillo los puso sobre la tierra.
‘Antes iba al trabajo en automóvil o en taxi, pero ahora es imposible, porque consumiría 70 por ciento de mi salario’, apuntó Grasse Issa a Naharnet, cuyo lugar de trabajo está a unos 20 kilómetros de su casa.
Desde hace un tiempo, utiliza un autocar operado por la recién creada compañía Hadeer que ofrece un servicio con horario fijo, wi-fi y GPS, una garantía para sus clientes, 60 por ciento de los cuales son mujeres.
Hay más de dos millones de automóviles para seis millones de personas en Líbano, con motivo de lo cual el tráfico, sobre todo en las grandes ciudades, supone una gran prueba de paciencia por los congestionamientos.
Las importaciones de vehículos automotores cayeron en 70 por ciento durante los últimos años y las compras a casi nada, porque con la moneda local depreciada en más de 100 por ciento respecto al dólar, los libaneses se concentran en otros consumos.
‘El problema del transporte público en Líbano es antiguo y se agravó en los últimos años, porque muchos ya no pueden utilizar taxis o sus propios automóviles, dijo Boutros Karam, fundador de Hadeer.
La compañía, según ese empresario, rompe estereotipos en los libaneses que estimaban a la variante del colectivo como impura e insegura, subrayó.
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