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Lucha contra cambio climático es también por el hambre cero

Naciones Unidas, 31 0ct (Prensa Latina) Pese a que hoy las cadenas de producción alimentaria elaboran suficiente comida para nutrir a todos los habitantes del planeta, el hambre aumenta y más de 820 millones de personas sufren desnutrición crónica.

El rápido crecimiento económico y de la productividad agrícola durante las últimas dos décadas redujo a la mitad el número de personas que no reciben suficientes alimentos, e incluso en regiones como Asia central y oriental y en América Latina y el Caribe se lograron grandes avances en la erradicación del hambre extremo.

Sin embargo, esta situación cambió y ahora es visible en un contexto de crecimiento de la población mundial en casi dos mil millones de personas.

De igual forma, las recientes tendencias sugieren que persiste el problema del hambre, particularmente en África y América del Sur, donde hay nuevos datos que nos indican que la subnutrición y la grave inseguridad alimentaria están en aumento.

Por ejemplo, datos de la ONU señalan que en el África subsahariana el número de personas subnutridas creció de unos 195 millones en 2014 a 237 millones en 2017, fenómeno que causa casi la mitad de las muertes de niños menores de cinco años en la región, unos 3,1 millones de menores al año.

Con estas perspectivas lograr el objetivo de hambre cero previsto para el año 2030, es decir, garantizar que nadie padezca hambre en ningún lugar del mundo, sigue siendo un enorme desafío.

Además, por si fuera poco, un reciente informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), señaló que entre las causas del aumento del hambre figuran la degradación del medio ambiente y las sequías, ambas provocadas por el cambio climático.

Ello provoca que el mundo se enfrente a un aumento exponencial de ese flagelo si no se toman con urgencia las acciones globales que ayuden a las comunidades a adaptarse a los choques y tensiones climáticas, advirtió ese organismo de la ONU.

Al respecto, el director ejecutivo del PMA, David Beasley fue enfático: “La crisis climática tiene el potencial de abrumar a la humanidad. El mundo no está preparado para un aumento sin precedentes del hambre que veremos si no invertimos en programas que ayuden a las comunidades vulnerables a adaptarse y hacerse resilientes a nuestro clima cambiante”.

Las comunidades vulnerables, una gran mayoría de las cuales dependen de la agricultura, la pesca y la ganadería, son las que menos contribuyen al cambio climático, pero se llevan la peor parte de su impacto, porque además tienen recursos limitados para mitigarlo.

Además, la falta de biodiversidad en la agricultura también representa un motivo adicional de preocupación, y se le considera responsable de la homogenización y restricciones al acceso de los alimentos, con la consiguiente persistencia de la malnutrición y la pobreza.

El resultado de ese fenómeno es que la producción agrícola actual gira en torno a sólo 12 cultivos, y alrededor del 60 por ciento de todas las calorías consumidas provienen de sólo cuatro de ellos, el arroz, el trigo, el maíz y la soja, pese a la riqueza de productos alimenticios en todo el mundo.

Y aunque no existe una solución milagrosa para resolver el hambre, el PMA propuso una estrategia que pretende ampliar la protección social para los más pobres, lo cual aumentaría el poder adquisitivo de los dos mil millones de personas más pobres e impulsaría las economías locales.

También mejorar las infraestructuras para garantizar que los consumidores y proveedores puedan comprar y vender con más facilidad a partir de la construcción de mejores carreteras, dependencias de almacenamiento y ampliación de las redes de electrificación.

Decisivo será reducir el desperdicio de comida, ya que alrededor de un tercio de la producida cada año se pierde o se desperdicia, lo que cuesta a la economía mundial un billón de dólares anuales.

El PMA considera indispensable, además, centrarse en la nutrición infantil, pues una buena salud y nutrición en los primeros mil días de vida de un niño son esenciales para prevenir el retraso en el crecimiento y promover un desarrollo saludable.

Se trata de que al menos estas acciones impidan que la crisis climática siga alimentando una crisis alimentaria.

jcm/kmg/crc

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