El hecho ocurrió en el barrio de al-Sinaa de la ciudad de Deir Ezzor, capital de la provincia con del mismo nombre, ubicada a 450 kilómetros al norte de esta capital.
La mina, según difundió la agencia nacional SANA, fue colocada por los terroristas del Estados Islámico (Daesh en árabe) que ocuparon la mayor parte de la ciudad entre 2013 y 2017, fecha de su liberación a manos del Ejército sirio.
En la misma provincia, dos niños murieron la víspera por la explosión de otro artefacto de ese tipo mientras jugaban en una casa deshabitada.
Los radicales colocaron bombas y minas en las calles, casas y tierras agrícolas, en un intento de frenar el avance del Ejército y la explosión de las mismas causa decenas de víctimas mortales entre los civiles desplazados que retornan a sus hogares.
De acuerdo con organizaciones no gubernamentales, al menos 21 civiles, entre ellos 10 niños y tres mujeres, murieron en este país desde principios de noviembre por la explosión de artefactos abandonados por radicales en las carreteras, edificios y sembrados.
Según un informe del Observatorio de Minas, Siria registró el mayor número de víctimas anuales en 2020 (dos mil 729) y heridos por culpa de minas terrestres y restos de explosivos.
Los militares sirios, con el apoyo de Rusia y otras naciones amigas, ejecutan labores de rastreo y desminado en las zonas liberadas con el fin de asegurar el retorno a la normalidad.
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