Para los que arriban a esta ciudad, una de las edificaciones que resaltan a la vista es la hermosa Facultad de Derecho, asentada en la popular avenida Figueroa Alcorta, cerca de la imponente escultura Floralis Genérica.
Pero más allá de ese inmueble de 40 mil metros cuadrados, con una monumental estructura de estilo dórico, la UBA está esparcida por toda la capital, con sus 13 facultades que, en su conjunto, acogen a más de 300 mil estudiantes.
Considerada entre las 10 mejores de la región, fue fundada el 12 de agosto de 1821. Es la mayor universidad pública del país; cerca del 30 por ciento de la investigación científica se realiza en los 64 institutos que posee y por sus aulas han desfilado prestigiosas figuras, entre ellas cuatro Premios Nobel. La UBA ha sido más que una casa de altos estudios, paradigma de esta tierra austral, abonando el futuro, renovándose con el tiempo.
Suman 16 los jóvenes que pasaron por sus aulas y se convirtieron en presidentes. El ejemplo más reciente es el mandatario Alberto Fernández, egresado de la Facultad de Derecho, quien aún en ejercicio de su cargo forma parte del claustro de profesores.
Muchas personalidades mundiales han disertado allí. Permanece fresca en la memoria aquella helada noche de mayo de 2003, cuando muchos alumnos se agolparon para escuchar al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.
La UBA es un peso político clave y no ha escapado a épocas muy difíciles como las dictaduras que se sucedieron en este país.
En 1930, tras el primer Golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, fue intervenida y sus estudiantes y profesores fueron perseguidos.
Algo similar ocurrió en 1955. Las huellas de la represión quedaron para siempre y uno de los capítulos más dolorosos fue la llamada “noche de los bastones largos”.
También resultó muy dura la etapa de la última dictadura militar de 1976 a 1983, que desapareció a educadores y educandos y sometió a la UBA a la censura, con la quema de miles de libros. Sin embargo, a fuerza de resistencia, se levanta hoy como un pilar de la enseñanza pública.
“Es muy importante toda la historia de luces y sombras que vivió una universidad al servicio del pueblo”, afirmó recientemente uno de sus profesores, el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
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(Tomado de Orbe)