«Las personas sienten temor pues en el sufragio de 2017, el país experimentó un robo y fraude burdo y absurdo, sumado a una candidatura totalmente ilegal del actual presidente Juan Orlando Hernández, porque el documento constitucional prohíbe la reelección», afirmó a Prensa Latina el experto Giorgio Trucchi.
En ese momento, el mandatario ejerció su control sobre la Corte Suprema de Justicia para conseguir nuevamente el cargo, suceso que generó fuertes protestas durante semanas, reprimidas por las fuerzas del orden en las calles con un saldo de 37 víctimas mortales.
De acuerdo con Trucchi, esos crímenes políticos, refrendados en un informe sobre el tema por la Organización de Naciones Unidas, quedaron impunes y, en lo adelante, Honduras vivenció un clima de violencia constante, toque de queda y la militarización de los territorios.
Pese a ese miedo innegable, apuntó, también pervive un gran deseo de cambio, «la situación está totalmente fuera de control, la gente no aguanta más, no quiere saber de este modelo y gobierno y sus consecuencias negativas asociadas, entre ellas, la venta de territorios, el extractivismo y la presencia de empresas transnacionales».
La pregunta es ¿aceptaría el Partido Nacional una derrota? Su permanencia en el Ejecutivo está muy difícil, confesó el experto, porque si en 2017 tuvo el respaldo, consenso o el silencio cómplice de Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA), esta vez el contexto es muy diferente.
«Juan Orlando Hernández, el propio partido y su candidato actual Nasry Asfura, con varios juicios pendientes por corrupción, son totalmente impresentables también para Washington y no garantizan equilibrio y estabilidad. Me atrevería a pensar que ellos podrían convivir con el gobierno de Xiomara Castro», puntualizó.
Castro, una de las pocas candidatas femeninas y representante del Libertad y Refundación, experimentaría un control férreo inmediato y, ejemplo de ello, fue la designación por la administración de Joe Biden, el pasado 5 de noviembre, de Laura Dogu como su embajadora en Tegucigalpa.
La diplomática de carrera ya ocupó ese mismo cargo en Nicaragua, entre 2015 y el convulso 2018 cuando los actos de violencia y desestabilización en la nación centroamericana, y sustituirá como máxima representante del país norteño de James Nealon, en el cargo desde 2014.
Dogu, fiscalizará, de acuerdo con Trucchi, la política exterior del nuevo ejecutivo —de resultar ganadora Castro— para evitar alianzas con grupos de integración regional y acercamiento a países progresistas, entre ellos, Venezuela y Cuba, como ya sucedió con Manuel Zelaya.
«Por primera vez en 12 años, Estados Unidos nombra a un embajador en Honduras, pues después del golpe su máxima figura era un encargado de negocios. No es casualidad que elija precisamente a la persona que estuvo en Nicaragua cuando el intento de golpe de Estado al presidente Daniel Ortega», reveló.
Las elecciones pueden representar, a juicio del periodista, un parteaguas respecto a lo sucedido desde 2009, si bien no descarta la ocurrencia de actos violentos para evitar que las personas voten en las primeras horas de la mañana y tener bajos niveles de participación, escenario desfavorable para Libre.
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