De acuerdo con el estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que difunde este jueves el diario La Prensa, la prevalencia de la subalimentación en un país de 4,2 millones de habitantes es de 7,5 por ciento.
Según el informe «Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2021», que abarca a América Latina y Caribe, 14, 7por ciento de los niños menores de cinco años en el Istmo presenta retraso en el crecimiento.
Pese a una leve disminución de ese último indicador en relación con 2020, Panamá ocupa la quinta posición en toda Latinoamérica, solo superado por Guatemala, Ecuador, Haití y Honduras.
La subalimentación es definida por la FAO como la condición en que el consumo habitual de alimentos de una persona es incapaz de proporcionar, en promedio, la cantidad de energía necesaria para llevar una vida normal, activa y saludable.
José Ramiro López, presidente de la fundación Panamá Saludable, dijo al rotativo que la subalimentación es sinónimo de personas que “sufren hambre” y la mayoría está en las áreas indígenas y rurales.
Explicó que esta situación se agravó en la nación canalera durante la pandemia de la Covid-19, que afecta hace más de dos años sobre todo a gran parte de la población infantil.
Indicó que según estadísticas del Ministerio de Salud, reportadas en la encuesta nutricional en 2020, uno de cada 10 niños en Panamá padece de desnutrición grave y el grupo de edad vulnerable son los menores de dos años.
El escenario, agregó, empeora en las comarcas indígenas, entre estas Ngäbe-Buglé y Emberá Wounnan, donde uno de cada dos infantes presenta baja talla para la edad y la desnutrición prevalece en 39 por ciento.
López enfatizó en que durante los últimos gobiernos, los programas para solucionar esta realidad no tienen los resultados esperados.
Las cifras son engañosas, alertó, porque cuando se habla de que 14 por ciento de la población menor de cinco años tiene baja talla, en las comunidades indígenas el indicador es de aproximadamente el 50 por ciento.
En ese sentido, lamentó que este escenario no cambie desde 2014. “El país se estancó en la lucha contra el hambre”, apostilló.
Por su parte, Roderick Chaverri, de la Red Nacional de Apoyo a la Niñez y Adolescencia en Panamá, calificó como insólito e inexplicable la realidad nacional.
A su juicio, poco a poco se abandona el terreno a un clima de violencia e inestabilidad como consecuencia de la desigualdad imperante.
En espera de una reacción al informe de la FAO por parte del Ministerio de Desarrollo Social de Panamá, Chaverri insistió en que los cerebros de este país no son escuchados, «ya que un grupo muy reducido no lo permite y prefiere tener una población arrodillada y sumisa, dependiente”, remarcó.
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