Durante una reunión con miembros del Ejército nacional, Ahmed aseguró el pasado jueves que el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) “ha sido derrotado y está en desorden, (y) su única opción ahora es devolver las propiedades saqueadas y entregarse”.
Los triunfos en el este y el oeste se repetirán en la parte central, comentó, y desde entonces hay esperanzas de que más temprano que tarde concluya la guerra iniciada en noviembre de 2020 en el estado regional de Tigray.
Fuerzas del TPLF (por sus siglas en inglés) atacaron el 3 de noviembre del pasado año campamentos del Comando Norte y, en respuesta, el jefe de Gobierno ordenó una ofensiva para reducirlas y restablecer el orden en la región.
Menos de un mes después, el Ejército entró a Mekele, capital tigriña, pero líderes e integrantes del grupo escaparon y comenzaron a reorganizarse en zonas aledañas.
A mediados de 2021, las autoridades federales decretaron un armisticio y el TPLF lo aprovechó para regresar e invadir las regiones de Afar y Amhara, donde atentó contra la población civil e instituciones públicas y privadas, según acusaciones oficiales.
Ello enterró casi toda posibilidad de resolver el conflicto de manera pacífica, aunque el Gobierno insiste en su disposición a dialogar, con mediación de la Unión Africana, y ahora pocos creen en un desenlance sin el uso de las armas.
El 23 de noviembre último, el primer ministro marchó a la primera línea para liderar la lucha y esa decisión resultó otro punto de inflexión.
Varias informaciones aseguraban entonces que el Frente avanzaba hacia la capital federal, además de controlar la mayor parte de Tigray, zonas de Afar y Amhara, y un corredor de transporte que une Etiopía con Djibouti.
Vivimos momentos que demandan grandes sacrificios. De ahora en adelante comandaré la contienda en el frente de batalla. Quien quiera ser recordado por la historia me seguirá, declaró Abiy.
A partir de ese punto, con insólita velocidad, trascendieron reportes oficiales de victorias gubernamentales. Desde Asagita, Burka y Chifra, en Afar, hasta las localidades pertenecientes a Gashena, Woreilu y Kemise, en Amhara, la lista de territorios liberados creció a diario.
Junto con esa dinámica, cambió también el discurso del TPLF. Pasó de estar en posición de tomar Addis Abeba, a salir de áreas controladas como parte de su estrategia para derrocar a Abiy Ahmed.
Las hostilidades, evidente es, tienen otro curso. Pero de ahí a ver el final cerca… Aun no es momento de celebración, si algo puede celebrarse al cabo de una conflagración cuyos muertos, desplazados y destrozos materiales crecen a diario e hipotecan el futuro etíope.
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