Informes de la Comisión Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y el Comité de Coordinación de Emergencias revelaron que en Afar más de 400 mil ciudadanos huyeron de sus hogares y en Amhara más de un millón 400 mil.
Junto a los desplazados, crece la estadística de necesitados de ayuda humanitaria. En Afar supera el millón 300 mil y en Amhara el gobierno ya asignó más de 28 millones de kilogramos de alimentos para más de dos millones personas.
Continuamente esas cifras ascendieron en los últimos días, porque los insurgentes aumentaron las agresiones contra la población y el saqueo de propiedades privadas e instituciones públicas, como respuesta a la ofensiva de las fuerzas dirigidas por el primer ministro, Abiy Ahmed.
Así lo manifestó en una comparecencia pública la secretaria de Prensa de la Oficina del primer ministro, Bilene Seyoum, quien calificó de “duro golpe a los terroristas” las victorias de las tropas federales y las milicias en las últimas dos semanas.
Desde el 23 de noviembre, Ahmed lidera las operaciones para expulsar de zonas de Afar y Amhara a las fuerzas del TPLF, que en junio ultimo extendió el conflicto de Tigray a esos dos estados regionales fronterizos.
A partir de esa fecha, cuando presumiblemente la organización estaba en posición de invadir Addis Abeba, sobrevino el avance del ejército y la liberación, una tras otra casi, de Asagita, Burka, Kemise, Lalibela, Dessie, Kombolcha y otras muchas localidades.
Varios testimonios de los residentes en ambas regiones acusan al grupo de violaciones de mujeres, masacre de civiles y devastación en varias ciudades, entre ellas Dessie, Lalibela y Kombolcha, aunque las investigaciones de esos supuestos crímenes están en curso aún.
Si bien todos estos son testimonios iniciales que están surgiendo y estamos compartiendo, es necesario realizar más observaciones e indagaciones para exponer de manera formal estas graves violaciones de derechos humanos y también para responsabilizar al grupo criminal, aseguró Seyoum.
Luego del ataque del Frente al Comando Norte del ejército, última gota derramada sobre las tensiones con las autoridades federales, el primer ministro ordenó el 4 de noviembre de 2020 iniciar una operación militar para reducir a las fuerzas de Tigray.
Más de un año después continúa el incremento del saldo de muertos, desplazados, damnificados y daños materiales, la mayoría por la criminalidad del grupo de acuerdo con diferentes acusaciones oficiales, sin que todavía pueda divisarse el fin de la conflagración.
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