El viernes el Departamento de Trabajo informó que en un año la gasolina aumentó como promedio un 6,8 por ciento, el mayor incremento desde junio de 1982.
Según las cifras, los costos en el sector energético fueron los que más aumentaron en un año (en 33,3 por ciento).
Los atolladeros en las cadenas de suministro y la crisis energética están entre las causas que elevaron el precio de bienes y servicios en plena temporada de compras, señalan reportes de prensa.
Tal subida en cuestiones básicas, empujó el costo de la vida poco después de que la Reserva Federal reconociera además que el fenómeno no es «transitorio».
«Los precios aumentan todos los días», se lamentan no pocos ciudadanos al referir a medios locales que el combustible se incrementó tanto que en ocasiones no pueden trabajar o de lo contrario, para hacerlo, piden dinero prestado.
Por supuesto, estas no son buenas noticias para los planes de recuperación económica del presidente Joe Biden, quien aún intenta sacar adelante su programa de gasto social en el Congreso.
La previsión de la FED sencillamente le pone más presión al mandatario para que trate de sacar a flote su proyecto antes posible.
Un encuesta difundida este domingo arrojó que el 69 por ciento de los estadounidenses desaprueba la forma en que Biden manejó la inflación.
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