Los analistas consideran por su parte, que mientras los precios se disparan en Estados Unidos y en la Unión Europea (UE), Japón enfrenta con éxito esta tendencia debido a una arraigada mentalidad deflacionista, y a estrategias para esquivar los costos crecientes de la energía.
La tercera economía mundial lleva décadas con una tasa de inflación prácticamente plana, una evolución que el Banco de Japón (BoJ) y el Gobierno tratan de romper desde 2013 con un paquete de medidas de flexibilización monetaria y estímulos.
El banco central nipón fijó una meta de aumento interanual de los precios del dos por ciento para iniciar un ciclo de inflación y crecimiento económico, pero el ritmo del indicador se mantiene muy lejos de ese objetivo.
Para el BoJ para alcanzar tal objetivo puede ayudar un aumento nulo (cero por ciento) del índice de precios de consumo (IPC) acumulado en el ejercicio fiscal en curso que termina en marzo de 2022).
Mientras que para el próximo año el indicador avanzará 0,9 por ciento, según sus proyecciones económicas más recientes.
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