Tiene un taller en los altos de la avenida Panamericana, un eje que conecta de sur a norte a Puerto Príncipe y a escasos metros de la residencia del primer ministro.
Casi cualquier forma puede fundir con cemento: animales, deidades, fuentes; mientras le imprime el colorido que caracteriza al arte naif de Haití mediante técnicas aparentemente primitivas y figuras planas.
“Aprendí de manera autodidacta y disfruto mucho la experimentación. En ocasiones una idea me persigue durante varias semanas y la solución viene en un sueño. Siempre es muy gratificante ver una obra terminada”, comentó a Orbe.
El espacio de labores es compartido. Junto a su taller, otros artesanos moldean materiales como el metal, fibras naturales o el barro.
Resulta una comunidad que se formó a base de resiliencia, e incluso algunos lograron insertarse en los pocos circuitos del país, pero los desafíos son disímiles, pues las cíclicas crisis mellan la creación.
“Los últimos años han sido difíciles para nosotros, la situación aquí deja a mucha gente sin su sustento y el arte aveces es un lujo que no pueden permitirse; por eso nos adaptamos y hacemos cosas útiles”, señaló Pierre.
El 2021 fue particularmente complejo en Haití, con la crisis política, el magnicidio, un terremoto que asoló la zona sur, además del auge de las bandas armadas y la inseguridad, pero este hombre no se amilana.
“Tengo muchos sueños: exponer en una galería, modernizar el taller e incluso poder producir pequeños objetos para que estén al alcance de más personas”, expresó antes de comenzar a preparar otra pieza que deberá recordar a un felino.
Mientras tanto, recalcó, trabajo y trabajo, y espero que las cosas mejoren para mi nación.
(Tomado de Orbe)