La normativa fue aprobada en diciembre pasado por el Parlamento austriaco, tras una sentencia del Tribunal Constitucional sobre la cuestión.
Según lo establecido, la práctica estará estrictamente regulada, y cada caso será evaluado por dos médicos, uno de los cuales deberá ser un experto en medicina paliativa.
Las autoridades afirman que el gobierno también asignó fondos para desarrollar los cuidados paliativos, con el fin de garantizar que nadie elija morir cuando haya otras opciones disponibles.
El suicidio asistido, en el que se da a alguien los medios para acabar con su propia vida, se ha despenalizado en varios países europeos como Suiza, España, Bélgica y los Países Bajos.
La asistencia activa al suicidio seguirá estando prohibida en Austria para los menores o los enfermos mentales.
Los adultos que quieran poner fin a su vida deben presentar un diagnóstico y tener la confirmación de que son capaces de tomar sus propias decisiones.
Tras obtener la aprobación de dos médicos, los pacientes deben esperar 12 semanas para reflexionar sobre su decisión, o dos semanas si tienen una enfermedad terminal.
Si después de este periodo de espera siguen queriendo seguir adelante, pueden obtener los fármacos letales en una farmacia tras notificarlo a un abogado o notario.
Hasta ahora, según la legislación austriaca, quien indujera o ayudara a alguien a suicidarse se enfrentaba a penas de hasta cinco años de prisión.
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