Históricamente los incendios forestales no se producen durante el invierno, especialmente en zonas como Boulder, donde el suelo tiende a estar húmedo debido a la nieve, dijo el hidrólogo y profesor de la Universidad de Colorado Keith Musselman.
Pero del 1 de julio al 29 de diciembre el estado sufrió una grave sequía y registró la cantidad más baja de precipitaciones y niveles mínimos de nevadas.
Boulder, que suele recibir unos 30 centímetros de nieve de septiembre a diciembre, sólo recibió 2,5 centímetros en ese periodo hasta el día del incendio, el pasado viernes.
Esto, unido a un otoño inusualmente cálido, hizo que el suelo tuviera mucha menos humedad de lo normal, lo cual creó las condiciones perfectas para que el fuego floreciera, aclaró Musselman.
Las autoridades dicen que las ráfagas de viento avivaron las llamas, que destruyeron rápidamente de 500 a mil casas y dio a los residentes apenas tiempo para evacuar.
Las rachas de esa magnitud son algo fuera de lo normal en esta época del año y podrían relacionarse directamente con el cambio climático, comentó el científico Daniel Swain, de la organización Nature Conservancy.
El calentamiento global es sin duda la razón por la que el terreno se preparó para que el fuego comenzara, por lo que las temporadas de incendios forestales podrían alargarse de manera similar en otras áreas, agregó.
«El cambio climático está empeorando claramente las condiciones previas a los incendios forestales en la mayoría de las regiones del mundo propensas a ellos», afirmó.
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