La agencia oficial de noticias Wafa reportó que ocho palestinos fueron detenidos en la localidad de Belén, la mayoría de ellos jóvenes, y tres más en la gobernación de Nablus.
Otros tres fueron apresados por los militares de Tel Aviv en los alrededores de esta urbe, sede administraba de la Autoridad Nacional Palestina, y uno en la aldea de Anza, en la gobernación de Jenín.
En Jerusalén oriental las fuerzas de ocupación arrestaron a cinco ciudadanos en los barrios de Ras Al Amoud, Sheikh Jarrah y Silwan, así como en el cercano poblado de Beir Anan y en el campamento de refugiado de Qalandia.
Por su parte, la agencia de noticias Maan informó que este lunes las tropas israelíes demolieron varias estructuras en la localidad de Al Isawiya en Jerusalén Este con el argumento de construir en la zona un parque nacional.
Irrumpieron en la localidad, donde comenzaron a arrasar los caminos y a destruir vallas y edificaciones, denunció el activista Muhammad Abu al-Hummus.
Los militares obligaron anoche a una familia palestina a derribar su hogar en la aldea de Sur Baher, ubicada en la periferia de la llamada ciudad santa, tras una orden del municipio.
Según el Centro de Información de Wadi Hilweh, desde el inicio del año fueron demolidas en esa metrópoli nueve estructuras palestinas, cinco de ellas por sus propietarios ante las presiones de Tel Aviv.
El asesor de la Oficina Presidencial para Asuntos de Jerusalén, Ahmed Al Ruwaidi, reveló recientemente que unas 22 mil viviendas palestinas en Jerusalén oriental están bajo esas amenazas.
La pasada semana las fuerzas de Tel Aviv derribaron una clínica que atendía a 21 mil residentes del área de Jabal Mukaber, así como varias casas y negocios.
El objetivo de esta política es controlar la tierra y cambiar la demografía de la parte oriental de la urbe para impedir así cualquier posibilidad de declararla capital de un futuro Estado palestino, subrayó Al Ruwaidi.
Los uniformados israelíes ocuparon la zona este de Jerusalén en la guerra de 1967, y desde entonces ese país se niega a retirarse pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
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