Desde el Palacio de Miraflores (sede del Ejecutivo), Maduro ratificó el fracaso de los planes golpistas promovidos por Washington, que pretendió imponer un gobierno paralelo a partir de la autoproclamación en 2019 del cabecilla opositor Juan Guaidó como mandatario interino de la nación.
Durante los actos conmemorativos por el aniversario 64 de la rebelión cívico-militar del 23 de enero de 1958, el jefe de Estado subrayó que a tres años del intento de imponer un gobierno títere, el pueblo sigue en el poder en Venezuela.
“El pueblo de Venezuela llegó al poder político y aquí estará haciendo Revolución por muchos años en este siglo XXI, por su consciencia, por su amor patrio, por el compromiso jurado con el legado de nuestro comandante Hugo Chávez”, aseveró el dignatario.
Maduro aseguró, además, que la justicia constitucional terminará por imponerse en el caso de los actores políticos asociados a los planes golpistas y al robo de activos del país en el exterior, como parte de la estrategia estadounidense para un cambio de régimen.
El presidente de Venezuela hizo un llamado a acelerar el proceso de transición y la construcción de una nueva etapa rumbo al socialismo; “qué renazca la esperanza de un futuro mejor, que renazcan los sueños de una patria socialista, de una Patria potencia”, manifestó.
La alocución del mandatario tuvo lugar al término de una multitudinaria marcha popular convocada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en saludo al aniversario de la rebelión que dio al traste con la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.
Más temprano, parlamentarios del Bloque de la Patria de la Asamblea Nacional demandaron ante el Ministerio Público mayor celeridad en la aplicación de la justicia por los crímenes cometidos contra el país por la trama delictiva liderada por Guaidó.
El 23 de enero de 2019, el entonces diputado y presidente del poder legislativo se autoproclamó mandatario encargado de Venezuela, con apoyo inmediato del Gobierno de Estados Unidos y varios de sus aliados internacionales.
Ese acto de usurpación, percibido en Caracas como un intento de golpe de Estado, abrió las puertas al despojo de bienes y activos de la nación sudamericana en el exterior, valorados en miles de millones de dólares.
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