Pero en este Nuevo Año Lunar, entre las peticiones a quien todo lo puede hay uno muy singular: “Señor, por favor, llévate de una vez por todas a esa Covid-19 que lleva 24 meses amargándonos la vida”
La urgencia del recado se explica, pues en ese tiempo pasan de dos millones los infectados con el nuevo coronavirus y de 37 mil las muertes por su causa.
Preocupaciones aparte, desde hace días las familias están enfrascadas en los preparativos de su más importante fiesta anual. Y la tradicional liberación de carpas doradas y rojas es uno de los más importantes.
Comprensible, porque la misión de Ong Cong y Ong Tao -los genios de la Tierra y de la Cocina- es nada más y nada menos que informar al Emperador de Jade cómo les fue a las familias en el año a punto de expirar y hacerle llegar sus deseos para el próximo.
Pero a los Tao Cong, como también se les llama, hay que crearles las mejores condiciones para llegar al cielo y entonces, en las aguas y en los altares se les ofrendan alimentos, frutas, flores y agua, de modo que nada les falte en el largo camino hasta allá.
En honor a los mensajeros, en la fecha también se queman mantas, botas, sombreros, ropas, billetes falsos y otros artículos en papel, regularmente rojos y dorados, porque esos son los colores de la buena suerte y la prosperidad.
Una vez hecho todo eso, los Tao Cong están listos para emprender viaje y es entonces cuando se liberan las carpas en ríos, arroyos y lagos, una costumbre que, por demás, se considera una muestra de gratitud y respeto hacia los animales.
Cumplido el compromiso con los mensajeros, los vietnamitas regresan a sus hogares y los limpian y decoran, sabedores de que el buen comienzo del Tet pasa por la purificación, el orden y la limpieza. Y mucho más en esos tiempos…
Este año, en el camino de vuelta a casa, algunos no podrán reprimir la risa al imaginar la cara de asombro del Emperador de Jade cuando vea llegar a Ong Cong y Ong Tao con mascarillas sobre el rostro y certificados de vacunación bajo las aletas.
Los genios estarán de regreso a la Tierra el 31 de enero, vísperas del Nuevo Año y, justo a la medianoche, ante la familia reunida, harán saber de alguna manera que cumplieron la misión de convencer al Emperador de Jade de que derramara dicha, prosperidad y abundancia sobre el hogar.
A la espera de ello, muchos comenzaron a rezar desde hoy para que, en su infinita sabiduría, el Todopoderoso Señor de Jade también destierre al maldito bicho al más ignoto y oscuro rincón de su Reino.
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