El pasado 2 de febrero, en conversación telefónica con el primer ministro británico, Boris Johnson, el presidente ruso, Vladimir Putin, subrayó la falta de voluntad de la OTAN para responder de manera adecuada a las preocupaciones de Moscú sobre seguridad.
El mandatario advirtió que la Organización del Tratado del Atlántico Norte se esconde detrás de las referencias a su llamada política de puertas abiertas, la cual contradice el principio fundamental de la indivisibilidad de la seguridad.
Otra vez, como en diálogos telefónicos o presenciales con otros jefes de Estado o dignatarios extranjeros, Putin expuso los principales enfoques de su país acerca del conflicto interno en Ucrania y, en particular, “llamó la atención sobre el sabotaje crónico de los acuerdos de Minsk por parte de Kiev”.
Una vez más, el dirigente ruso aseguró al jefe del Ejecutivo británico que Moscú no tiene intenciones de invadir ese país, como vienen repitiendo en los últimos meses políticos, diplomáticos y medios de comunicación occidentales.
Sobre el mismo tema, Putin conversó también el 1 de febrero con el primer ministro húngaro, Victor Orban, de visita en el país, quien en un gesto conciliador llamó a lograr un clima de paz en Europa y a resolver la crisis regional por la vía diplomática.
En conferencia de prensa después de las pláticas oficiales, el mandatario ruso expresó que Occidente puede encontrar una solución a las propuestas del Kremlin sobre garantías jurídicas de seguridad, aunque subrayó que no será fácil lograrlo.
No obstante, manifestó su esperanza de que las negociaciones sobre las iniciativas presentadas por Moscú continúen porque, en su opinión, pueden garantizar la seguridad de Rusia, Ucrania y otros países europeos.
Subrayó que hay que encontrar la manera de proteger los intereses y la seguridad de todos los países involucrados en el proceso, lo cual solo se puede alcanzar, dijo, mediante una actitud seria y reflexiva sobre los documentos entregados por Rusia a Washington y la OTAN.
Para Putin, la prioridad de la Casa Blanca no es garantizar la seguridad de Ucrania, sino contener a Moscú.
“Me parece que el mismo Estados Unidos no está tan preocupado por la seguridad de Ucrania, aunque puede pensar en ello, pero en algún lugar en el fondo. Su tarea más importante es contener el desarrollo de Rusia. De eso se trata”, apuntó.
Esta semana, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, volvió a intercambiar por teléfono con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a quien le recordó que la OTAN se esfuerza por dejar en el olvido el principio clave de la indivisibilidad de la seguridad.
“En otras palabras, este principio clave del derecho internacional, acordado en el espacio euroatlántico, nuestros colegas occidentales simplemente están tratando no de ignorarlo, sino de olvidarlo por completo”, apuntó el alto funcionario ruso luego del intercambio con Blinken.
Lavrov indicó que Washington tuvo una reacción negativa a la exigencia clave de Rusia de aplicar de buena fe los acuerdos de indivisibilidad de la seguridad, alcanzados en la OSCE en 1999, en Estambul, y en 2010, en Astaná.
En su opinión, en materia de garantías de seguridad, la Casa Blanca prefiere concentrarse en discutir sobre temas importantes, pero secundarios.
Las próximas visitas a Moscú presagian otra semana de llamadas de atención, lecciones de contención y nuevas amenazas de Occidente a Rusia bajo el repetido argumento de la supuesta invasión a Ucrania.
Para el 7 de febrero está anunciada la llegada esta capital del presidente francés Emmanuel Macron, para reunirse con su homólogo ruso, Vladimir Putin; y no por casualidad un día después se encontrará en Kiev con su par ucraniano, Vladimir Zelensky.
También tienen previsto viajar a esta ciudad en los próximos días la ministra de Relaciones Exteriores de Reino Unido, Liz Truss; y el titular de Defensa de ese país, Ben Wallace.
Como en encuentros anteriores, es de suponer que el Kremlin reiterará sus prioridades de garantías de seguridad, en especial las relacionadas con el cese de la expansión de la OTAN y la eliminación de las armas ofensivas de territorios vecinos que ponen en peligro su seguridad.
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