La cifra, superior al 4,8 por ciento previsto por expertos, es consecuencia del impacto de la pandemia de Covid-19 en las cadenas de suministro y, por tanto, en las facturas de los consumidores.
El crecimiento inflacionario estuvo motivado mayoritariamente por el alza en los precios de combustibles, comestibles y alojamiento.
Solo el costo de la comida subió un 6,5 por ciento en el caso del mercado, siendo el ritmo más acelerado desde la crisis financiera de 2009.
La carne, la margarina, los condimentos, las especias, el vinagre, las frutas frescas y los panes, así como las cervezas y los vinos, fueron los productos más afectados, enumeró la entidad.
Los pronósticos al respecto no son esperanzadores: el incremento de las facturas del supermercado es una tendencia que ha continuado en febrero, mientras las manifestaciones de esta semana bloquearon importantes arterias viales para el transporte de alimentos.
Mientras, los precios de la gasolina aumentaron un 4,8 por ciento solo en enero, como consecuencia de las preocupaciones sobre los suministros de petróleo en respuesta a los eventos geopolíticos internacionales.
No obstante, si se sacaran de los cálculos productos volátiles como comida o energía, el costo de la vida aún habría aumentado en un 4,3 por ciento, indicó la agencia. Incluso este indicador sería el más elevado desde 1999.
También avanzaron los costos de mantener una vivienda, con un incremento anualizado de 6,2 por ciento. En cambio, cayeron los valores de intereses hipotecarios, servicios telefónicos y viajes turísticos, cayeron.
Según las previsiones de los economistas, la inflación seguirá acelerándose aún más durante las próximas semanas y es poco probable que se ralentice antes de abril. Para ese mes se prevé que el Banco de Canadá aumente su tasa de interés de referencia.
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