Las fuerzas del orden público utilizaron gases lacrimógenos y disparos al aire para dispersar la larga movilización en el viaducto de Delmas, y varios manifestantes denunciaron que los agentes emplearon munición real.
Los obreros reclaman un salario de mil 500 gourdes diarios (poco menos de 15 dólares), lo cual representa un aumento de tres veces sus honorarios actuales.
El sueldo no se incrementa desde 2019 cuando el asesinado presidente Jovenel Moïse decretó un alza salarial mínimo de los trabajadores.
La víspera se cumplió el plazo dado por los sindicalistas al Gobierno para fijar los nuevos salarios, de lo contrario, amenazaron con volver a tomar las calles.
El Ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo se limitó a publicar un comunicado condenando las acciones violentas de las protestas anteriores, y anunciando, sin determinar una fecha, que esta semana se publicaría un decreto con los ajustes.
Las protestas tienen lugar en medio de una crisis política, económica y de seguridad que vive el país, y mientras cerca del 45 por ciento de los ciudadanos vive en el umbral de la pobreza.
Estas cifras se dispararon tras el terremoto ocurrido el 14 de agosto que causo más de dos mil 200 muertes, y dejó a casi un millón de personas con necesidad de asistencia humanitaria.
Desde hace varios años los empleados textiles exigen aumentos salariales, sin embargo, sus patrones argumentan que un alza haría al país menos competitivo que sus vecinos para instalar las maquiladoras.
De hecho, el aumento votado por la Cámara de Diputados en 2019, que incrementaba los sueldos hasta 850 gourdes diarios (unos 8,50 dólares) provocó que el sector privado amenazara con sacar las fábricas del país e instalarlas en la vecina República Dominicana, pese a que en esa nación el salario mínimo es mayor.
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