El presidente Emmanuel Macron confirmó en la mañana del jueves la noticia que circulaba desde hacía algunos días, en medio de crecientes tensiones entre Francia y la junta militar maliense, que expulsó al embajador galo y denunció una injerencia en los asuntos internos del país situado en el convulso Sahel.
Según el jefe de Estado, resulta insostenible la presencia de tropas francesas en Malí, un despliegue que data del 2013 y tomó forma prolongada mediante las operaciones antiterroristas Barkhane y Takuba, esta última integrada por fuerzas especiales de 14 países europeos.
En ese sentido, el mandatario acusó a la junta militar de “trabajar menos en este asunto (la lucha contra el terrorismo)” y de preocuparse más por garantizar sus intereses económicos con la contratación de “mercenarios”.
Las reacciones ante el anuncio no tardaron, en un ambiente marcado por las elecciones presidenciales de abril y el rechazo creciente en Malí a la intervención extranjera, en particular de los soldados franceses.
“Atrás quedó el tiempo en que, en 2013, fueron recibidos como libertadores. Su incapacidad para restaurar la seguridad, a pesar de los éxitos operativos, ha molestado a la población, ya que más de 10 mil 200 malienses han muerto por la violencia desde 2015”, publicó el propio jueves en un editorial el diario Le Monde.
Por su parte, el líder de La Francia Insumisa y candidato presidencial, Jean-Luc Mélenchon, calificó de desastre previsible la salida del país africano, donde murieron alrededor de 50 efectivos de Barkhane, misión que tardará, de acuerdo con Macron, entre cuatro y seis meses para evacuar sus bases y relocalizar a los cerca de dos mil 500 uniformados.
Este es el precio de la vanagloria de algunos que transformaron una operación militar puntual en una expedición sin perspectiva política más allá de lucirse en París, opinó.
También desde la derecha abundaron las reacciones, y la aspirante conservadora al Palacio del Elíseo, Valérie Pécresse, llamó a “no partir como lo hicieron los estadounidenses de Afganistán”.
A juicio de Macron la decisión de dejar Malí no es el resultado de un fracaso, y adelantó que en los próximos meses Barkhane, de cara al cierre progresivo de sus bases, reforzará la seguridad de la Misión de las Naciones Unidas en el país africano Minusma, integrada por más de 13 mil cascos azules.
Qué hubiese pasado sin nuestra intervención, preguntó el jefe de Estado, quien atribuyó a la operación numerosos éxitos en el enfrentamiento al terrorismo, entre ellos la eliminación de cabecillas de organizaciones como Al-Qaeda en el Magreb.
El canciller Jean-Yves Le Drian rechazó ayer igualmente la idea del fracaso, esgrimiendo que se impidió la conversión de Malí “en un califato islamista”.
Teníamos allí dos objetivos: frenar el avance de los yihadistas de Al-Qaeda y Daesh y asegurar que las fuerzas africanas garanticen la seguridad, metas que están camino a lograrse, dijo a la cadena LCI.
Las tropas europeas prevén desplegar sus militares actualmente presentes en Malí en la vecina Níger, en particular en zonas fronterizas, donde trabajarán con el ejército nigerino.
Para el secretario nacional del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel, París debería retirarse del Sahel de una manera concertada con los países de la región.
Urge cambiar la política, el mundo cambió, África también, pero Francia no lo ha hecho, porque la solución no es militar, es la cooperación y el desarrollo, afirmó el candidato a la presidencia en las elecciones del 10 de abril.
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