Las cifras oficiales dadas a conocer ratifican que continúan las presiones inflacionarias en la mayor economía latinoamericana, pese a que el Banco Central puso en marcha el ciclo de ajustes más agresivo del mundo a raíz de la pandemia para combatir los choques inflacionarios.
El índice de precios al consumidor subió un 0,99 por ciento en febrero, por encima del incremento del 0,58 de enero y muy superior a las previsiones de los economistas de un aumento del 0,85 por ciento.
De acuerdo con los datos publicados, ese indicador está apuntalado por los efectos del calentamiento global, los problemas en las cadenas de suministros y una mayor demanda de productos básicos brasileños como la soya y el mineral de hierro.
Tales alzas, combinadas con otros elevados precios erosionan el poder adquisitivo de la población.
De acuerdo con el Banco Central, la tasa anual de inflación a mediados de febrero subió al 10,76 por ciento, desde el 10,2 de mediados de enero, y muy por encima del objetivo de inflación de precios al consumo del 3,5 por ciento fijado para finales de año.
Para el director del principal ente emisor brasileño, Roberto Campos, la inflación se mantendrá al alza y solo empezará a bajar entre abril y mayo.
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