Las autoridades australianas advirtieron que todavía se pronostican fuertes tormentas en ambas regiones, y el Gran Sidney también se preparaba para posibles inundaciones repentinas «potencialmente mortales».
Tenemos aviones que prestan ayuda y realizan rescates con personal de tierra que hace todo lo que puede, dijo el primer ministro de Nueva Gales del Sur, Dominic Perrottet.
Este miércoles se emitió además un aviso de mal tiempo por oleaje dañino y marea anormalmente alta para todas las zonas costeras de ese estado.
El clima extremo fue provocado por un sistema de baja presión que se mueve lentamente, potenciado además por el cambio climático.
A mediados de enero, amplias zonas de Australia seguían sofocadas bajo una despiadada ola de calor, con temperaturas de más de 50 grados centígrados registradas en el oeste del país.
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