Por un lado, el Ministerio de Salud (Minsa) en su más reciente informe de esta semana que concluye, informó que la inmunización contra la Covid-19 en niños entre cinco y 11 años de edad avanza al 36 por ciento, lo que analistas estiman es un programa que marcha lento.
Las autoridades sanitarias insisten con los padres a que prioricen la vacunación contra la enfermedad de los menores.
Aseguran que las inyecciones se podrán aplicar en las escuelas, incluso una vez que más de 950 mil estudiantes, entre el sector público y el privado lleguen a sus aulas, el próximo lunes 7 de marzo, en una primera oleada; y la otra el 14 de este mismo mes.
También junto a directivos del Ministerio de Educación (Meduca), los expertos alertan que la desinformación mal intencionada en redes sociales sobre los fármacos alimentan las dudas y obstaculiza llegar a la meta de inocular a 576 mil infantes, la población meta de ese grupo en el istmo.
Desde hace semanas, el Minsa amplió los puntos habilitados para tal efecto a policlínicas de la Caja de Seguro Social, hospitales nacionales y regionales, centros comerciales, terminales de transporte y hasta planteles de diversas enseñanzas.
En general, hasta la fecha se administraron a los infantes poco más de 211 mil dosis del dúo farmacéutico Pfizer-BioNTech.
Desde enero de este año, el país mantiene una tendencia descendente en el ritmo de la pandemia tras una vertiginosa escalada debido a la variante Ómicron del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la dolencia, detectada a mediados de diciembre de 2021.
Analistas como Mario Lara, del diario Metro Libre, consideran que en vista de esa amenaza que todavía pesa sobre la nación queda la duda si luego el virus tendrá algún impacto sobre la población estudiantil o si se presentarán brotes esporádicos.
Esperar que los niños circulen con mascarillas y distanciamiento físico es una visión demasiado optimista y solo el tiempo dará las respuestas, aseveró.
Por su parte, los sicólogos Xochiti Mckay y César Pérez comentaron en la televisión nacional que los niños en esa primera etapa de aprendizaje y necesaria socialización, enfrentarán sensaciones mezcladas como la ansiedad y el miedo.
Un grupo preocupante, según Mckay, son los que comienzan el tercer grado de primaria, luego de dos años de vida escolar sin contacto presencial con sus compañeros.
Al respecto llamaron a los familiares a transmitir confianza a los más chicos de casa y estimular desde su participación en la compra de útiles escolares hasta los consejos acerca de las bondades del nuevo año lectivo como conocer amistades nuevas, maestros, contenidos o centros docentes, ahora más protegidos y seguros con medidas de bioseguridad.
Todos esos valores adquiridos de a poco, aseveran, permitirán a los alumnos tributar mayor respeto por las normas de las escuelas y seguir instrucciones, sin descuidar el refuerzo de conocimientos generales.
En todo caso, como alerta Pérez, se trata de una labor mancomunada y cotidiana a cargo de familiares, docentes y también de los llamados gabinetes psicopedagógicos.
Sin embargo, el gran reto del país centroamericano, a juicio de otros entendidos, son los más de 100 mil niños y adolescentes que permanecen excluidos del sistema educativo, de ellos una buena parte tras abandonar las aulas sin concluir ningún nivel de enseñanza, según un estudio del Meduca y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia(Unicef).
La investigación, denominada Niñez fuera de la escuela y en riesgo de exclusión educativa en Panamá, señala entre otras conclusiones la urgencia de ajustes en la estrategia de la retención de los estudiantes en los centros docentes.
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