Fenómenos atmosféricos que no con mucha frecuencia coinciden y dan lugar a un escenario conocido como calima, un inusitado ingreso a territorio español de polvo en suspensión procedente del desierto del Sahara.
Precedido por intensas lluvias y vientos este lunes, la calima cubre campos, calles, automóviles, edificios, estaciones y paradas del transporte público y monumentos en Madrid y otras regiones de España.
Un problema que según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se complica con la borrasca Celia, que trae en algunos lugares las “lluvias de barro” en buena parte de la península y las islas Baleares.
Aunque en Madrid el Ayuntamiento ya dio órdenes para incrementar labores de limpieza para neutralizar la expansión de la calima, Andalucía (sur), la más próxima a África, es la zona más afectada, con el acento de tonos rojizos en la costa mediterránea y cielos anaranjados.
Lo peor es que el fenómeno meteorológico puede durar toda la semana, con la consecuencia contaminación del aire. Predomina un viento que ayuda al desplazamiento de partículas de polvo o arena en suspensión, cuya densidad puede dificultar la visibilidad y la respiración.
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