El artículo, cuyo título es Big Pharma vs. Little Cuba: Por qué los cubanos confían en las vacunas y cómo están ayudando a vacunar al mundo, reconoce en la isla a uno de los países mejor protegidos del mundo frente al SARS-CoV-2 pese a los obstáculos derivados del cerco de Washington.
Los efectos adversos de dicha política, presente incluso durante la pandemia, pone trabas a la exportación de vacunas desde la Mayor de las Antillas y busca frustrar la importación de inmunizantes, abundó el artículo.
Sin fines de lucro y universal, la salud pública allí incorpora calendarios de vacunación estandarizados y robustos que han sido la norma durante décadas. Muchos medicamentos y vacunas son creados por laboratorios nacionales financiados con fondos públicos, aseveró el medio.
Esta pequeña nación bloqueó un pico de la variante Omicron a través de sus productos y medidas de higiene social, exaltó.
Según el texto, firmado por Jennifer Hosek, profesora de la Universidad canadiense de Queen, en la ciudad de Ontario, la confianza popular generalizada en los inmonógenos se basa en la experiencia vivida por los ciudadanos.
Desde la década de 1960, los cubanos han seguido un sólido esquema de inmunización iniciado en la infancia, con la experiencia posterior de protección contra enfermedades contagiosas, reveló.
Los habitantes de esta isla tropical de ingresos medios tienen experiencias personales con enfermedades infecciosas, como la meningitis (frente a la cual se desarrolló una vacuna) y el dengue, para cuyo enfrentamiento se implementaron medidas de salud pública, resaltó.
Hosek, que basó sus conclusiones en preguntas realizadas a cubanos residentes en el territorio nacional, alabó, asimismo, las herramientas comunicativas desplegadas para educar a la población en materia sanitaria.
Los mensajes sobre los beneficios de la vacunación y otras prácticas de salud pública para el bien individual y social son claros y constantes, argumentó el texto.
Reseñó, además, cómo la isla comenzó a vacunar a niños a partir de dos años, mucho antes que la mayoría de los demás países, e incluso más ricos, y remarcó sus esfuerzos por ejecutar ensayos clínicos de fase 2 con infantes menores de esa edad.
Cuba no está poniendo en riesgo a sus pequeños, estimó, está utilizando investigaciones comprobadas (plataformas utilizadas anteriormente en otras vacunas) para garantizar que todos se protejan de la manera más rápida y segura posible.
El país, sentenció, continúa trabajando para frenar la pandemia, exportando vacunas y transfiriendo tecnología de producción a países como Argentina, Bolivia, Irán, México, Nicaragua, Siria, Venezuela y Vietnam.
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