El Ministerio de Relaciones Exteriores condenó en un comunicado las “ambiciones coloniales racistas y expansionistas” de Tel Aviv y advirtió sobre sus consecuencias.
La cancillería alertó que la vecina nación busca cambiar la demografía y la identidad árabe de esa parte de la urbe mediante la colonización judía y la expulsión de las familias palestinas que allí viven.
Advirtió que Israel desarrolla en esa zona una limpieza étnica y responsabilizó al primer ministro de ese país, Naftali Bennett, de la actual escalada y ataques directos contra lugares sagrados islámicos y cristianos.
Abu Rudeina, vocero del gobierno palestino, rechazó hace una semana el plan israelí de construir otras 730 viviendas en Jerusalén Este tras señalar que es un nuevo golpe a una solución negociada al conflicto y una violación de las normas internacionales.
Las autoridades israelíes aprobaron levantar ese número de viviendas en la colonia de Pesgat Zeev, ubicada en la zona oriental de la ciudad, que los palestinos reclaman como la capital de su futuro Estado.
Según diversas organizaciones no gubernamentales, unos 200 mil colonos israelíes viven en esa área y más de 490 mil en la ocupada Cisjordania.
El asesor de la Oficina Presidencial para Asuntos de Jerusalén, Ahmed Al Ruwaidi, denunció recientemente que unas 22 mil viviendas palestinas allí están bajo amenaza de demolición como parte de la estrategia israelí para cambiar la demografía de la zona.
Las tropas israelíes ocuparon la zona oriental en la guerra de 1967, y desde entonces se niegan a retirarse pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
De hecho, en 1980 las autoridades israelíes declararon a toda la urbe como la capital eterna e indivisible del país, una postura rechazada por la comunidad internacional.
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