Ayer, Estados Unidos y Reino Unido dieron a conocer nuevas medidas contra varias instituciones financieras de la nación euroasiática, prohibieron inversiones en la economía nacional y ampliaron la lista de restricciones personales.
Pero en la nueva arremetida antirrusa, la Unión Europea (UE) no logró ponerse de acuerdo sobre qué más hacer que le duela bastante a Moscú.
La piedra en el zapato son los llamados trasatlánticos para que los 27 ataquen el sector energético ruso, convocatoria que no es bien recibida por algunos miembros cuyas economías se tambalean sin el gas y el petróleo del gigante euroasiático.
Medios de comunicación occidentales revelaron que una de las alternativas analizadas por los europeos para afectar ese sector clave de la economía rusa fue la imposición de aranceles aduaneros prohibitivos al gas, el petróleo y el carbón procedentes de este país.
Acerca de esa opción, Serguéi Suvérov, estratega de inversiones de Aricapital, dijo al diario Rossiyskaya Gazeta que la medida provocaría un aumento del precio de la gasolina, de la electricidad y de los servicios públicos para los consumidores europeos.
A su vez, las empresas rusas tendrán otro incentivo para desviar el suministro de energía hacia Oriente lo antes posible, dijo.
También sobre el tema, Alexander Dzhióyev, analista de Alfa Capital, consideró que dado el aumento del precio de las materias primas procedentes del Medio Oriente, las nuevas iniciativas de la UE contra Rusia en cuanto al petróleo se convierten en “un capricho” cada vez más costoso para los consumidores europeos.
Según datos de la Comisión Europea, el bloque comunitario importa el 90 por ciento del gas que consume y Rusia proporciona más del 40 por ciento de esa cifra. Además, el 27 por ciento de sus suministros de petróleo y el 46 por ciento del carbón también proceden de este país.
El director de programas del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia, Iván Timoféyev, declaró al periódico Izvestia que en enero pasado las nuevas restricciones se habrían percibido como un acontecimiento gigantesco “pero, por desgracia, ahora es un paisaje familiar”.
Para el experto ruso, este paquete es desagradable para determinados bancos, pero no cambia el panorama estratégico a peor. “Ahora, cuando hay temor a la cooperación con Rusia, muchas transacciones ya no se ejecutan ni siquiera donde pueden realizarse de manera legal”.
Mucho antes del inicio de la operación militar rusa en Ucrania, el 24 de febrero, ya la UE había pregonado que se alejaría de la dependencia energética de Moscú, decisión que ahora se convirtió en una orden a cumplir antes de 2030.
Está claro que hay apuro en hacerlo, pero también que se necesitarán años para lograrlo y en este momento será imposible cortar el cordón umbilical sin golpear fuertemente a la economía y la población de los países europeos.
Timoféyev opinó que poco a poco, la UE implementará mecanismos de ahorro energético y de sustitución de los actuales volúmenes por un mayor consumo de recursos provenientes de fuentes renovables de energía para reducir en tres años, quizás un poco más, la cuota de energía rusa.
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