Desde la sede del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI), autoridades del sector, trabajadores y estudiantes rindieron tributo al político y lo consideraron figura cimera de la vida intelectual del país caribeño.
El embajador Abelardo Moreno, quien laboró bajo la dirección de Roa durante años y es conocedor de su obra y pensamiento, señaló que el diplomático tenía un marcado espíritu de conciencia social y gran cultura.
Roa, con su capacidad de respuesta rápida, incisiva y precisa, de gran valentía en la defensa de sus principios, sintetizó la esencia de la Revolución cubana, dijo.
Además, subrayó la vigencia de su pensamiento en los trabajadores del Ministerio e insistió en la necesidad de investigar y escribir más sobre las enseñanzas del extitular, imprescindible para la escuela de la política exterior de la nación.
El secretario ejecutivo de la Cátedra Honorífica que lleva el nombre de esa personalidad, Eumelio Caballero, aprovechó la ocasión para dar a conocer un programa de actividades para rendir tributo al que fue jefe de la diplomacia cubana.
Según comentó, la idea es que la juventud conozca toda la dimensión del excanciller y aprendan de su ejemplo, para lo cual tendrá lugar un concurso de ensayos.
También se realizarán cursos de posgrado para un mayor acercamiento a esa figura, así como una exposición de fotos y documentos de Roa.
Al acto organizado por la Cátedra Honorífica asistieron el canciller Bruno Rodríguez, viceministros, directivos del organismo, representantes de instituciones, estudiantes y profesores del ISRI.
Roa nació en esta capital el 18 de abril de 1907, estudió Derecho en la Universidad de La Habana y desde joven se vinculó al movimiento revolucionario.
Tras el triunfo de enero de 1959, fue nombrado como embajador ante la Organización de los Estados Americanos y con posterioridad ministro de Relaciones Exteriores.
Su larga e intensa actuación al frente de la diplomacia revolucionaria, y sus batallas en la sede de organismos internacionales en defensa de la soberanía de Cuba le hicieron merecer el apelativo de Canciller de la Dignidad.
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