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Autos, el espacio y Twitter, Musk compra lo que quiere y ¿ahora?

La Habana (Prensa Latina) Intentar predecir qué pasará con Twitter tras su compra por el hombre más rico del mundo, Elon Musk, será tan difícil hoy como cuando en 2020 se trataba de prever el impacto de la Covid-19.

Por Claudia Dupeirón

Periodista de la Redacción Ciencia de Prensa Latina

Por minutos -y en casi todas las portadas de los medios de noticias- ni la guerra en Ucrania, ni el juicio del actor Johnny Depp, ni el hambre, la salud o cualquier otro tema ocuparon tanto espacio como la cifra de 44 mil millones de dólares por la cual la red social digital del pajarito azul pasó a manos del dueño del fabricante de vehículos eléctricos Tesla y la empresa aeroespacial SpaceX.

El multimillonario de origen sudafricano, considerado el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, con un patrimonio neto estimado de 273 mil 600 millones de dólares, decidió y publicó, en Twitter precisamente, que invertía en el servicio de microblogueo “porque creo en su potencial para ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo”.

Lo de la supuesta “libertad de expresión” es algo que obsesiona al magnate desde hace tiempo y en esto centró el discurso para la adquisición de Twitter, así como algunos de los planes futuros con la red.

«La libertad de expresión es la base de una democracia para que funcione y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad», dijo Musk en el comunicado en el que anunció el acuerdo.

Enfocado en este aspecto señaló sus perspectivas, que “Twitter sea mejor que nunca mejorando el producto con nuevas funciones, haciendo que los algoritmos sean de código abierto para aumentar la confianza, derrotando a los bots de spam y autenticando a todos los humanos».

«Twitter tiene un enorme potencial. Espero trabajar con la empresa y la comunidad de usuarios para desbloquearlo», apuntó. Pero tanta bonanza causa dudas y son varios los periodistas, analistas y personalidades en el mundo que desconfían más de una de esas afirmaciones que de un viaje de los de SpaceX.

«Existe incertidumbre sobre cómo quedará la moderación de contenidos tras la adquisición. Se pueden abrir espacios para la desinformación y discursos más polarizados», dijo a la cadena BBC, Christian Perrone, coordinador de derecho y tecnología del Instituto de Tecnología y Sociedad en Río de Janeiro, Brasil.

Por su parte Fred Wilson, un empresario estadounidense, inversionista de riesgo y bloguero, escribía en un tuit que esa red social digital era demasiado importante para ser poseída por una sola persona. “Debería pasar lo contrario, que Twitter sea descentralizada”, apuntó.

OTROS PROYECTOS

Musk adelantó también que otro de sus proyectos con el “nuevo juguete” es tratar de levantar el manto del algoritmo que rige la plataforma, permitiendo a los usuarios escudriñarlo y sugerir cambios.

“Creo que solo queremos ser muy reacios a eliminar cosas y muy precavidos con vetos permanentes. Creo que son mejores las suspensiones temporales. Considero que lo que queremos realmente, como una especie de obsesión y realidad, es que el discurso sea tan libre como sea racionalmente posible”, agregó en una charla de Tedx Talk.

Esta es una organización de medios estadounidense que publica charlas en línea para su distribución gratuita bajo el lema «ideas que vale la pena difundir».

Esas palabras de Musk encendieron las alarmas y muchos se preguntaron si el expresidente de Estados Unidos Donald Trump sería entonces readmitido en Twitter y qué pasará con comportamientos similares a los que llevaron a su suspensión.

De momento, Trump dijo que no volvería a Twitter “ni aunque se le permitiera hacerlo”, y reiteró se quedará en su nueva red Truth Social, pero este otro magnate es bien conocido por no hacer lo que dice o por tener ideas contrarias cada dos por tres.

Otra de las asignaturas pendientes, según Musk y de la cual pretende ocuparse, es de reducir la actividad en la plataforma de perfiles automatizados, conocidos como bots. Pero la tarea tecnológica no le será fácil al empresario, afirman algunos especialistas.

De acuerdo con expertos, resulta complejo identificar y controlar los conocidos como bots malos o spam bots, que fingen ser una persona real y que se usan de forma indebida para desinformar, perseguir y acosar a los demás.

El propio Musk tuvo ya varios enfrentamientos con estos bots. En 2021 se posicionó una cuenta en Twitter que rastreaba e informaba de los despegues y aterrizajes del jet privado del multimillonario.

Con más de 204 mil seguidores, el joven de 19 años Jack Sweeney le pidió 50 mil dólares a Musk por cesar dicho perfil (Elon Musk’s Jet).

En la disputa, el adolescente le dio una serie de consejos para, en vez de cerrar la cuenta, hacer que su jet privado fuera más complicado de seguir, teniendo en cuenta el potencial tecnológico de las empresas de Musk.

Retomando los planes del nuevo dueño de Twitter, el camino lleva ahora hacia la autentificación de “todos los humanos” que usen la red social con el tick azul. En el proceso de verificación, la red solicita documentos y datos para acreditar que una persona es ella misma, otorgando un sello azul a las páginas pasadas por el proceso.

Aquí también puede venir una carrera de obstáculos, porque hasta qué punto protegerá Twitter la seguridad de los datos y la privacidad de los usuarios, o cómo definirá quiénes deberán entregar más información o no a la red social.

¿UN BUEN NEGOCIO?

No puede creerse que el único objetivo de Musk en Twitter sea la “libertad de expresión”. No apareció en Forbes por obras de caridad, ni llegó al espacio sin respaldo económico, así que comprar Twitter tiene que ser un negocio rentable o al menos, él tratará de sacarle todo cuanto pueda.

Según el periodista Peter Kafka, corresponsal sénior de Recode -el sitio web de noticias de tecnología que se centró en el negocio de muchas de las empresas del sector-, Musk querrá que Twitter gane dinero.

Y aún más, “valga al menos tanto como pagó por él, un 38 por ciento más de lo que Wall Street pensó que costaba el día que anunció su plan para comprarlo”.

En un extenso artículo sobre la rentabilidad de la red o cómo convertirla en una mayor proveedora de ingresos, Kafka refirió que el mayor problema de Twitter como negocio resulta en ser gratuita con publicidad, pero sin suficientes usuarios para posicionarse más atractiva a los anunciantes.

“Twitter tiene el mismo modelo comercial, gratuito y respaldado por anunciantes que Google y Facebook. Pero posee mucho menos alcance que esas empresas, por lo que los anunciantes no le darán tanto apoyo”, aseveró el analista.

Twitter no es precisamente hasta ahora el modelo de negocios ideal. Análisis de la red señalan que unos 16 años después de su creación, la empresa de San Francisco (California) cuenta 217 millones de usuarios activos cotidianos, de los cuales 80 por ciento están fuera de Estados Unidos.

Fueron necesarios 12 años y miles de millones de dólares para que la plataforma obtuviera su primera ganancia neta, a fines de 2017.

Sin embargo, con 315 millones de usuarios, unos números todavía muy alejados de los dos mil 910 millones de Facebook, dos mil 562 de YouTube, mil 478 de Instagram o los mil millones de TikTok, sí se mantiene como un espacio de comunicación prácticamente inevitable para empresas, políticos, militantes y celebridades.

En medio de este escenario y sin lanzar sus proyecciones económicas para Twitter, no sería de extrañar que el plan de Elon Musk tenga mucho de ganar dinero, aunque le podría costar trabajo.

Lo cierto es que solo lo de la “libertad de expresión” deja mucho que pensar y no será un multimillonario como él quien invierta un centavo para luego no recuperarlo en ganancias. Hasta entonces, veremos hacia dónde y en qué jet vuela el pajarito azul.

arb/alb/cdg

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