La preocupación por la subida de los precios y la inflación asociada, así como el temor por la evolución del nivel de vida en Francia en los próximos 12 meses, explican que el indicador siga deteriorándose, aunque a un ritmo más lento.
La moral de los hogares está cerca de la registrada a finales del 2018, en el contexto del movimiento de los Chalecos Amarillos, y del 2020, durante los confinamientos ordenados para frenar la propagación de la Covid-19.
Según el Insee, el indicador está muy por debajo de su media a largo plazo, que es 100.
La inflación llegó en marzo a un 4,5 por ciento por primera vez en cuatro décadas.
En un escenario de incertidumbre, marcado por el conflicto en Ucrania y sus consecuencias económicas, la cautela domina en los hogares franceses en cuanto a los planes de gastos e inversiones.
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