En un informe preliminar, el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (Insee) precisó que el incremento de los precios fue más moderado en abril, ante un menor aumento del costo de la energía, que sin embargo creció un 26,6 por ciento en un año, después de dispararse un 29,2 en marzo. La inflación había avanzado un 3,6 por ciento en febrero y un 4,5 en marzo, en medio de un panorama económico deteriorado por el conflicto en Ucrania.
Particular aceleración experimentaron en abril los precios de la alimentación, los servicios y los productos manufacturados, con subidas de un 3,8; un 2,9 y un 2,7 por ciento, respectivamente.
Marzo trajo una inflación inédita en suelo galo desde mediados de los años 80 del pasado siglo, un ritmo que si bien cedió en abril, no deja de ser preocupante, inquietud compartida en el seno de otros países de la Unión Europea.
Esta semana, el Insee publicó que la moral de los hogares franceses cayó dos puntos este mes hasta situarse en 88, un nivel sin precedentes desde el 2018.
La preocupación por la inflación, así como por la evolución del nivel de vida en Francia en los próximos 12 meses, explican que el indicador siga deteriorándose.
La moral de los hogares está cerca de la reflejada a finales del 2018, en el contexto del movimiento de los Chalecos Amarillos, y del 2020, durante los confinamientos ordenados por el gobierno para frenar la propagación de la Covid-19.
Según el Insee, el indicador está muy por debajo de su media a largo plazo, que es 100.
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