Si solo se considera la infraestructura rural, estas cifras aumentan al 65 por ciento para África y al 40 para Asia, detallaron los autores, quienes agregaron que en casi todos los países los resultados indican una clara asociación entre el aumento de los porcentajes de comunidades sin iluminación y la disminución de los niveles de vida.
“Pudimos mapear y predecir la clase de riqueza de alrededor de 2,4 millones de viviendas en 49 naciones repartidos en esos dos continentes más las Américas con una precisión general del 87 por ciento”, destacaron en el artículo.
Sorprendentemente, también hubo cantidades relativamente grandes de asentamientos sin iluminación en los Estados desarrollados, en particular de Europa, señaló el líder del grupo y miembro del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados, Ian McCallum.
Puede haber varias razones para esto, entre ellas que el satélite pasa después de la medianoche, pero podría deberse igualmente a políticas conscientes de ahorro de energía y costos por parte de los propietarios de viviendas, los gobiernos y la industria, explicó.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) plantearon el “acceso a energía asequible, confiable, sostenible y moderna para todos” y, aunque se realizan esfuerzos para lograrlo y resaltan avances en las últimas dos décadas, todo conduce a que los gobiernos y la industria tendrán dificultades para mantener el ritmo del crecimiento demográfico esperado, subrayaron.
En África subsahariana en particular, las proyecciones muestran que un número superior a los 300 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema para 2030, advirtió el texto.
Es probable -añadió- que los impactos de la pandemia de la Covid-19 empujen a entre 88 y 115 millones más a la pobreza extrema en esa fecha, lo cual retrasaría los ODS de las Naciones Unidas para reducir la pobreza en unos tres años.
Estos estudios ayudarían a rastrear los países en desarrollo a medida que se electrifican y las naciones ricas mientras reducen su consumo de energía lumínica, concluyeron.
Los investigadores utilizaron un índice de riqueza geoespacial armonizado para hogares calculado por el programa de Encuestas Demográficas y de Salud y luego lo combinaron con datos de imágenes satelitales de luces nocturnas en el planeta.
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