Los datos revelados hasta el momento por el Ministerio de Interior y Municipios muestran un descenso de más de ocho puntos porcentuales respecto a 2018 (49,7), aunque la tasa de participación de la diáspora libanesa aumentó del 56 por ciento al 63,5.
Reportes afirmaron que el escenario político no varió mucho al de hace cuatro años con la hegemonía comunicacional de los partidos tradicionales y la diferencia la marcó el declive sunita tras la retirada de la contienda del ex primer ministro Saad Hariri y el Movimiento Futuro.
De acuerdo con el investigador en temas regionales del Medio Oriente y estudios europeos Hosam Matar, los resultados no sorprenden y sus implicaciones son claras para un equilibrio de poder en Líbano «que es político, popular, electoral y externo a la vez».
A través de su cuenta en Twitter, el analista expresó que la actual distribución de las fuerzas conduce a más de un vacío en el gobierno y la Presidencia, bajo una retórica hostil y sin un impacto serio en la realidad.
El primer ministro Najib Miqati chequea en la jornada el proceso de conteo de votos de las elecciones con los titulares del Interior y Municipios, Bassam Mawlawi, y de Justicia, Henry Khoury.
Miqati saludó a los libaneses que expresaron su adhesión al enfoque democrático en las urnas, al tiempo que respetó a los ausentes en la jornada de comicios parlamentarios.
El jefe de gobierno llamó a las fuerzas políticas a retomar los pasos constitucionales a nivel parlamentario y gubernamental en el menor tiempo posible, a fin de impulsar la recuperación económica del país.
Los libaneses acudieron ayer a las urnas por sus 128 representantes del unicameral órgano legislativo, dividido en Líbano a partes iguales entre cristianos y musulmanes.
La nación de los cedros convocó a las elecciones parlamentarias en diciembre último y arrastró al proceso una deuda política y social: las manifestaciones en el otoño de 2019 y la explosión en el Puerto de Beirut en agosto de 2020 que ocasionó más de 200 muertos.
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